El Talmud nos dice que cuando los kohanim se paraban en la plataforma (duján) en el Templo y bendecían al pueblo judío con el nombre inefable de Di-s, la Presencia Divina reposaba sobre las articulaciones de sus dedos. Por lo tanto, se decía que a quien miraba las manos de los kohanim en ese momento, los ojos se le volvían "opacos".1
Sin embargo, hoy en día, cuando no está el Templo en pie y los kohanim ya no utilizan el nombre inefable de Di-s, ¿por qué no miramos a los kohanim durante la Bendición Sacerdotal?
No molestar
De acuerdo con la ley judía, se supone que los kohanim deben concentrarse cuando bendicen a la congregación, orando a Di-s para que bendiga a toda la nación judía. Por su parte, la congregación debe concentrarse en recibir la bendición. Para que nadie se distraiga, los kohanim cubren sus caras y manos con un talit.2
Técnicamente, debería permitirse una rápida mirada a las manos de los sacerdotes. Sin embargo, la costumbre es ser estricto y ni siquiera mirarlos, en recuerdo de los tiempos en que la bendición era administrada con el nombre sagrado de Di-s e incluso una mirada representaba un peligro.3
Mirando a través de las grietas
Aunque la razón principal para no mirar es no distraerse, Rabí Shlomó Itzjaki (Rashi) explica que la razón original todavía se aplica hasta cierto punto.4
El Cantar de los Cantares 2:9 dice: "He aquí, Él está de pie detrás de nuestra pared, mirando por las ventanas, mirando a través de las grietas". El Midrash5 interpreta que "mirando por las ventanas" significa que la Presencia Divina descansa sobre las cabezas de los kohanim y "mirando a través de las grietas" significa que se manifiesta entre sus dedos.6
Sobre la base de este Midrash, Rabí Asher ben Iejiel (Rosh) enseñó que, aunque es cierto que los ojos de una persona ya no se vuelven "opacos" cuando mira a los kohanim, todavía no es apropiado hacerlo.
El Rebe de Lubavitch a menudo cita este mismo versículo y un Midrash vinculado que tiene que ver con nuestros tiempos, cuando la venida de Mashiaj es inminente. Él está de pie al otro lado del muro del exilio, un muro que ya está agrietado y desmoronándose, esperando con impaciencia la redención final, cuando la presencia de Di-s será revelada abiertamente.7 ¡Que sea rápidamente en nuestros días!
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