¿Decidiste algo hacer por otra persona, pero sigues sin concretarlo? ¿Quieres invitar a tus vecinos a cenar para Shabat, pero no los llamas para definirlo? Cuando dices “esta semana voy a revisar la propuesta comercial de mi amigo”, ¿sigues procrastinando y no lo haces?
Nos ocurre constantemente, queremos ser amables y lograr muchas cosas, pero entre la familia, la rutina laboral y las obligaciones de la casa, no podemos concretarlo.
Si bien es comprensible, no es la mejor forma de hacer las cosas. Busquemos otras alternativas.
La prueba de la almendra
La parashá está llena de intriga política. El malvado Koraj enfrenta el liderazgo de Moshé y lucha por suplantar a Aarón en el sacerdocio. Ni él ni sus seguidores terminaron bien: fueron tragados por la tierra.
Sin embargo, la legitimidad de Aarón frente al sacerdocio siguió puesta en tela de juicio, por lo que se organizó una prueba para acabar con las dudas. Cada tribu colocó una vara de almendro con su nombre en el Tabernáculo, “Y al día siguiente, Moisés entró en la tienda del testimonio, y he aquí, la vara de Aarón que representaba a la casa de Leví había reverdecido, florecido e incluso dado, almendras maduras. 1 Finalmente había una prueba del derecho de Aarón sobre el sacerdocio.
Pero, surge la pregunta ¿qué tenían que ver las almendras?2
La respuesta corta es que las almendras crecen rápido. De hecho, en hebreo la palabra almendra, Shkedim, está relacionada etimológicamente con la palabra shaked, que significa “ágil, rápido”. Por su rapidez característica, las almendras eran la fruta más apropiada para simbolizar el sacerdocio.
La bendición sacerdotal
¿Cuál es la relación entre el sacerdocio y la rapidez?
Una de las principales acciones de los sacerdotes es realizar la bendición sacerdotal. Durante la repetición de la Amida de las plegarias matutinas3 , los sacerdotes se paran frente a la congregación y recitan los tres versículos en los que Di-s bendice al pueblo. Es un momento especial, un regalo de los sacerdotes al pueblo, que hacen “con amor”, tal como lo indica la bendición previa.
Una persona incisiva puede preguntarse “¿cuál es el propósito de esta bendición?” En realidad, es Di-s quien bendice al pueblo. Entonces, ¿por qué los sacerdotes asumen este rol? Si su bendición es repetir las promesas divinas, ¿qué sentido tiene?
Los Cabalistas responden esta pregunta y nos permiten entender la forma en la que Di-s nos bendice.
Los seres humanos estamos acostumbrados a entender las bendiciones en términos materiales: salud, prosperidad y buena familia. Pero, en el plano celestial, no se originan de esta manera. Di-s está por encima del materialismo, por lo que las bendiciones divinas en su estado original son mucho más espirituales y abstractas de lo que podemos imaginar.
Desde la concepción espiritual de bondad, hasta que una bendición se ve reflejada en tu cuenta bancaria y en la felicidad de tus hijos, hay un largo proceso. Como la bendición de Di-s toma tiempo en pasar del plano espiritual a ser algo tangible y físico, es posible que, a veces, quede “trabada” en el camino.
Imaginemos que la bendición divina gotea lentamente desde un manantial hasta llegar a destino, pero siempre existe la posibilidad de que un tronco, una roca o un tramo seco obstruyan el flujo. Por lo que la bendición destinada puede quedar trabada si no tenemos el mérito que se materialice. Si no tenemos el mérito de que se materialice, una bendición que nos estaba destinada puede quedar trabada.
Aquí entran en acción los sacerdotes. Ellos pueden acelerar el proceso y allanar el camino. Al invocar el amor verdadero de Di-s hacia su pueblo, la bendición sacerdotal convierte el flujo de gotas en un rio turbulento, en unas cataratas de bendición que arrasan con cualquier impedimento y obstáculo.
Cerrar el trato
Para ilustrar esta idea, imaginemos que firmas un contrato para comprar una casa, y ahora debes esperar que el banco apruebe la hipoteca. Una vez que revisan tu historial crediticio y ven que tienes los ingresos para pagar las cuotas, lo aprueban. No hay nada que temer.
Pero aún falta la firma del gerente. Sin ella, el crédito no se aprueba, y eso te pone ansioso. Te levantas todas las mañanas pensando ¿ya habrá firmado el gerente?
Qué bueno sería conocer a alguien cercano al gerente a quien llamar y decirle ¿no puedes acelerar el contrato y firmar el préstamo?
Ese es el trabajo de los sacerdotes. Cuando bendicen a la congregación, son los amigos del gerente que pueden acelerar la firma y llevar la bendición a la práctica.
Al igual que las ágiles almendras.
Conviértete en tu propio gerente
Todos podemos imitar a los sacerdotes en nuestras vidas.
Por este motivo, si decidimos hacer algo bueno por el prójimo o le prometimos un préstamos a un amigo, debemos llevarlo a práctica. Siempre ocurren cosas.
Si un amigo te escribe para contarte que está pasando por un momento difícil y que necesita de unas palabras de aliento y de apoyo, cuando le respondes “claro, deberíamos salir a tomar algo en estos días”, y luego te olvidas, tu pobre amigo se queda esperando sin saber si volver a llamarte.
O cuando otro amigo necesita un préstamo para su emprendimiento y está esperando tu respuesta, pero te has olvidado por completo.
Es verdad que tenemos la cabeza llena de cosas, pero podemos mejorar.
Seamos como los sacerdotes, que son sus propios gerentes. Levanta tu lapicera y firma el contrato ahora mismo. No te dejes estar, concreta tus promesas, no dejes que esas buenas intenciones se queden trabadas en el camino.4
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