Poca gente simpatiza con Koraj. Claro, siempre hubo quejosos y reclamones, personas o grupos que —por una u otra razón— se muestran insatisfechos con el orden establecido y no dudan en hacer públicos sus puntos de vista. Pero por primera vez desde el Éxodo, la oposición a Moshé se cristaliza en una persona. Por primera vez, los rebeldes y conspiradores tienen a alguien concreto en quien unirse.
Koraj tuvo una muerte espantosa, sus seguidores fueron exterminados y su rebelión aplastada. Eso dejó a estudiosos y escritores de los siguientes tres mil años sin otra opción más que unirse a la corriente y competir por ver quién criticaba más a Koraj.
Y no lo digo en broma: basta buscar su nombre en Google y en 0,13 segundos aparecen cientos de miles de resultados, la mayoría de ellos negativos. Koraj era codicioso, era envidioso, era corrupto. Quería poder. Era un demagogo con ansias de dominar al mundo. ¡Y aún así tenía buena prensa! ¿Cómo es posible verlo como un buscador de iluminación espiritual?
Dirías que es imposible: fue el hombre que desafió a Moshé y, por ende, a D-os. ¿Quién estaría dispuesto a defenderlo?
El Rebe de Lubavitch.
En un ensayo profundamente inspirador, el Rebe sostiene que, si bien podemos cuestionar los métodos e intenciones de Koraj, todavía hay mucho que admirar en su propósito. Después de todo, ¿qué fue lo que realmente pidió Koraj sino una oportunidad de servir como Sumo Sacerdote?
A simple vista, parece puro deseo de poder. Pero el Rebe plantea una visión más sutil: ¿y si este fuera el caso de un hombre buscando conectarse con D-os? Es cierto, perdió el rumbo cuando ese deseo de espiritualidad lo llevó a rebelarse contra Moshé, pero su ambición en sí misma no era mala. Todo judío debería aspirar a servir a D-os de la forma más elevada y significativa posible. Ojalá todos tuviéramos el anhelo de ser Sumo Sacerdote.
Esta interpretación refleja una perspectiva única del Rebe sobre la humanidad. No hace falta demasiada inteligencia ni coraje para criticar a quien ha caído; lo difícil es encontrar a quienes, al ver a alguien en el suelo, activamente buscan la forma de ayudarlo a levantarse.
Desde la óptica del Rebe, nadie es completamente malo o irredimible. Toda persona posee cualidades positivas. La clave está en descubrir lo valioso que hay en el otro, apreciarlo en su contexto y también a través de la mirada ajena, y usar eso como base para construir un mundo mejor.
El Rebe instó a sus jasidim a salir a la calle para enseñar, educar y rescatar a hermanos y hermanas espiritualmente perdidos. No por compasión, ni lástima, ni deber; sino porque realmente valoraba a cada judío y la chispa divina única que cada uno aporta a nuestra joya nacional.
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