Estimados lectores:

Esta semana comenzamos a leer la historia de Moshe, el liberador del pueblo de Israel y el máximo líder que hemos tenido en la historia de nuestro pueblo.

Hay aspectos de su historia personal que trazan un camino para los líderes, ya sean políticos o espirituales. Cuando Moshe se encuentra por primera vez con Di-s en un momento de revelación, a través de la zarza ardiente como símbolo de la manifestación divina, su reacción inicial es una pregunta cargada de humildad: “¿Quién soy yo para ir a hablar con el Faraón?” Di-s le responde: “Yo soy el que te envía. No vas por tu cuenta; vas como mi enviado.”

Creo que un líder honesto, capaz de lograr verdaderos cambios, es aquel que reconoce que no actúa por mérito propio ni por soberbia. Un líder así entiende que su rol es cumplir una misión como parte del plan divino, que es solo un eslabón en la cadena, un engranaje en un propósito mayor. Precisamente por eso Di-s eligió a Moshe: no solo por sus cualidades como líder, sino principalmente por su humildad.

Este mensaje no solo aplica a los grandes líderes, sino también a cada uno de nosotros. No debemos creer que somos incapaces de lograr algo ni temer a los desafíos. Si enfrentamos nuestras metas tomados de la mano de la providencia divina, entendiendo que somos recipientes del plan de Hashem, podemos alcanzar lo que nos propongamos.

¡Shabat Shalom!
Rabino Eli Levy