Hay milagros tan evidentes que rompen las leyes de la naturaleza como si éstas fuesen insignificantes, milagros que la mente más simple puede percibir.

Otros milagros necesitan cierta consideración para darse uno cuenta de que, en efecto, algo fuera de lo común ha sucedido.

Y hay milagros tan grandiosos, tan fabulosos, que nadie fuera de Dos tiene conciencia de ellos. Son los milagros que ocurren continuamente, a cada momento.