Mi suegro, el Profesor Abraham Polichenco, fue profesor de Informática e introdujo las primeras computadoras a la Argentina en los años '60. Por esa misma época hizo importantes cambios en su vida personal, de ardiente sionista a ferviente jasid con un profundo interés en la Cabalá.

Mi suegro tuvo el privilegio de mantener varias conversaciones extensas con el Rebe. En una de ellas hablaron de computadoras. Es interesante notar que el concepto que el Rebe tenía de la computadora en aquella época, los años '60, era prácticamente idéntico a la idea de "convergencia" que se hizo popular recién a comienzos de los '90.

¿Qué hay de nuevo en una computadora? Uno entra en un cuarto y ve aparatos conocidos: una máquina de escribir, una grabadora, un monitor y por supuesto, una calculadora; pero ninguno de ellos es una novedad.

Sin embargo, ocultos tras las paredes y bajo el suelo, hay cables que conectan todas esas máquinas para que funcionen como una sola entidad. Hay cierta tecnología que les permite emplear un mismo lenguaje, transformando un grupo de aparatos comunes en una poderosa computadora.

Pensemos ahora en tu propia vida personal: Oras, te ocupas de tus negocios, comes, caminas, cada actividad parece desconectada de las demás, un cúmulo de fragmentos.

Así, también, es la psiquis humana. Tenemos una mente que entiende las cosas de una manera, un corazón que siente de otra, y con frecuencia, lo que hacemos en la práctica no tiene nada que ver ni con uno ni con otro.

Toma la tecnología de la computadora y aplícala a tu vida diaria: Encuentra un objetivo en común donde converjan todos los fragmentos y así liberen su poder.

Cuando uno se despierta de mañana y asume que fue creado y puesto en el mundo con un propósito, y no hay nada en su vida que sea irrelevante para ese propósito, entonces todos los fragmentos convergen en un todo armonioso.