Nunca subestimes el poder de la simple y pura acción hecha desde el corazón.

El mundo no es transformado por hombres que mueven montañas, ni por los que lideran las revoluciones, ni por los que manejan los hilos de las finanzas.

Los dictadores son depuestos, la opresión se diluye, naciones enteras se transforman por unos pocos actos de bondad llevados a cabo por un puñado de soldados desconocidos.

De hecho, fue Rambam (Maimónides) quien escribió en su código de leyes: "Cada persona debe ver el mundo como si estuviese en perfecto equilibrio y que con cualquier acción puede inclinar la balanza".