Ahora bien, el nivel de beinoní es uno que cualquier hombre puede lograr; cada persona debe ansiarlo [y no pensar que está fuera de su alcance], porque cada persona puede ser un beinoní en cualquier momento u hora, ya que el beinoní no aborrece el mal, cuestión ésta que es confiada al corazón y, además, no todos los momentos son iguales. Más bien, [la tarea del beinoní es] sólo "aléjate del mal y haz el bien", en la práctica real — en la acción, la palabra y el pensamiento. En estas cuestiones, a cada hombre se ha dado la elección, capacidad y libertad de actuar, hablar y pensar aun aquello que es contrario al deseo de su corazón y diametralmente opuesto a él. Porque incluso cuando el corazón ansía y apetece algún placer material, ya sea permitido o, Di-s libre, prohibido, él puede imponerse y apartar su atención de éste totalmente, declarándose a sí mismo: "No quiero ser rashá ni siquiera por un instante, porque de ninguna manera quiero ["hacer el mal" y] estar apartado o separado, Di-s libre, del Di-s Unico, como está escrito: 'Vuestras iniquidades separan [a vosotros de Di-s]'. Quiero, en cambio ["hacer el bien"], unir mi Néfesh, Rúaj y Neshamá a Di-s invistiéndolos en 'Sus' tres vestimentas, que son la acción, la palabra y el pensamiento dedicado a Di-s, Su Torá y Sus mandamientos, [deseo éste que surge] del amor a Di-s que [sin duda] está oculto en mi corazón [aun si no lo siento], tal como en el corazón de todos los judíos, los que son llamados 'amantes de Tu Nombre', [por eso] hasta un kal shebekalím (el judío más indigno) es capaz de sacrificar su vida por la santidad de Di-s. Seguro que yo no soy inferior a él. [¿Y por qué aquel no observa las mitzvot?] Lo que sucede es que un espíritu de necedad lo ha vencido; él se imagina que [el cometer] este pecado no afectará su condición de judío, y que su alma no será segada por éste del Di-s de Israel, y también olvida el amor a Di-s oculto en su corazón. En cuánto a mí, [—dice el beinoní—] ¡yo no quiero ser tan tonto como él, de negar la verdad!"

Es diferente, sin embargo, cuando se trata de algo confiado al corazón, o sea, que el corazón de uno efectivamente aborrezca y desprecie el mal [que ahora ansía], [sea] con un odio absoluto, o aun no tan absoluto. Esto no puede lograrse de manera genuinamente verdadera, salvo a través de ese grado de intenso amor a Di-s denominado "amor gozoso" [que es] deleitarse en la Divinidad, similar a la [dicha de] el Mundo Venidero. Fue respecto de [quien experimenta] este [amor gozoso] que nuestros Sabios han dicho: "Verás [un destello de] tu [recompensa del] Mundo Venidero en el curso de tu vida". No todos los hombres tienen el privilegio de lograr este estado, porque es de la naturaleza de una recompensa que se recibe [pero no puede ser tomada], como está escrito: "Yo [—Di-s—] haré de vuestro oficio sacerdotal un servicio de recompensa", como ha sido explicado en otra parte. Por eso dijo Iyov: "Tú has creado tzadikím...", tal como figura en Tikunéi Zohar que hay muchos grados y gradaciones en las almas judías: los hombres piadosos ("jasidím"), los hombres fuertes ("guiborím") que predominan sobre su Inclinación al Mal, los eruditos de la Torá, los profetas,... los tzadikím, y otros. Véase allí.

Ahora podemos comprender lo repetitivo de las palabras en el juramento [que se le hace pronunciar al judío antes de nacer] "Sé un tzadík y no seas un rashá". A primera vista no parece comprensible: Una vez que se lo exhorta a "ser un tzadík", ¿por qué la necesidad de hacerle jurar además que no será un rashá? La respuesta es que si bien no toda persona tiene el privilegio de volverse un tzadík, ni tiene pleno derecho de decisión respecto de deleitarse verdaderamente en Di-s y aborrecer real y genuinamente el mal, [cada persona] es juramentada por segunda vez: "Como sea, no serás un rashá" [sino un beinoní]. Respecto de esto se ha concedido a cada hombre el derecho de elección y la libertad para controlar el espíritu de avidez que está en su corazón y conquistar su naturaleza, para que no sea rashá ni siquiera por un instante durante toda su vida, tanto en el plano de "aléjate del mal" como en el de "haz el bien" y "no hay 'bien' salvo la Torá", o sea, el estudio de la Torá, que "es equivalente a todas [las otras mitzvot combinadas]".

No obstante, la persona también debe asignar períodos específicos para buscar para sí medios de aborrecer el mal. Por ejemplo, [siguiendo] el consejo de nuestros Sabios [para superar la avidez por las mujeres, que medite en sus palabras:] "La mujer es un recipiente lleno de suciedad" y similares. Del mismo modo [puede desdeñar la glotonería reflexionando que] todas las delicias y cosas sabrosas también se transforman en "recipientes llenos [de suciedad]". Y lo mismo respecto de todos los placeres de este mundo: el hombre sabio prevé lo que se hará de ellos; a fin de cuentas se pudrirán y se transformarán en gusanos y desecho. Por el contrario, [ha de ejercitarse en] deleitarse y regocijarse en Di-s al reflexionar, en la mejor medida de su capacidad, acerca de la grandeza del bendito Ein Sof, aunque sepa que no logrará este nivel [de aborre

cer el mal y deleitarse en la Divinidad] de una manera genuinamente verdadera, sino sólo imaginaria. Sin embargo, debe hacer lo suyo para cumplir el juramento administrado, "Sé un tzadík", y Di-s hará como El vea correcto.

Además, [esta imitación del tzadík le da al beinoní otro beneficio:] el hábito reina supremo en todas las cosas; se convierte en una segunda naturaleza. Por eso, cuando la persona se acostumbra a aborrecer el mal, comenzará a considerarlo, en cierto grado, verdaderamente abominable. Y cuando se acostumbre a regocijarse en Di-s por medio de la reflexión acerca de Su grandeza, entonces [conforme el principio de que] "un estímulo de abajo lleva a un correspondiente estímulo de arriba", quizás después de todo esto, "descenderá sobre él un espíritu [Ruáj] desde arriba" y le sea concedido que el [nivel] Rúaj [del alma], originado en el alma de algún tzadík, se "impregne" en él, para que pueda servir a Di-s con verdadera alegría, como está escrito: "Regocíjense, tzadikím, en Di-s". De esta manera, el juramento formulado, "sé un tzadík", habrá de cumplirse verdaderamente.