Todo [en la santidad] tiene su contrapartida [en la impureza]: las 365 prohibiciones de la Torá y todas las prohibiciones rabínicas [cuya transgresión provoca desunión de Di-s]. Como son contrarias a la Voluntad y sabiduría de Di-s y totalmente opuestas a ellos, implican una separación total y completa de Su unidad y unicidad. Son lo mismo que la sitrá ajará y la kelipá, llamadas "idolatría" y "otros dioses", porque el aspecto interno de la Voluntad Divina está oculto a ellas, como se ha explicado antes.
Así también [implican separación de Di-s] las tres vestimentas del Alma [Animal] del judío que proviene de la kelipá de noga que son el pensamiento, la palabra y la acción que están investidos en las 365 prohibiciones de la Torá y [en cualquiera de las prohibiciones] rabínicas, y similarmente la esencia del alma misma que está investida en sus vestimentas [con que en ese momento piensa, habla o actúa] —todas ellas se unen totalmente con esta sitrá ajará y kelipá denominada "avodá zará" (idolatría). Lo que es más, [no sólo se unen a la kelipá, y en consecuencia son iguales a ella, sino que, además,] se vuelven secundarias y subordinadas a ella, y mucho peores e inferiores que ella. Porque la kelipá no está investida en un cuerpo material; reconoce a su Amo y no se subleva contra El —Di-s libre— a través de algún acto independiente, enviar a sus mensajeros de mal fuera de la misión [que recibiera encomendada] de Di-s, tal como di jera Bilám: "No puedo violar la Palabra de Di-s...". Aunque las kelipot son denominadas avodá zará, idolatría, [lo que es una negación de Di-s,] se refieren a El como "el Di-s de los dioses" [indicando que no Lo niegan completamente]. No pueden violar la Voluntad de Di-s, porque saben y perciben que El es su vida y su sustento, pues derivan su nutrición del "aspecto más trasero" de la Voluntad Divina que los abarca, sólo que es el sustento y la fuerza vital que está dentro de ellos el que se encuentra en un estado de exilio, por lo que se consideran dioses — y ésta es una negación de la unidad de Di-s. Pero de todos modos no son tan totalmente heréticos como para negar y desmentir a Di-s y afirmar que El no existe. Por el contrario, Lo consideran como "el Di-s de los dioses", [reconociendo] que la vida y existencia que fluye y desciende sobre ellos es, a fin de cuentas, de Su Voluntad. Por lo tanto, nunca se rebelan contra la Voluntad de Di-s.
Entonces, el hombre que sí viola la Voluntad de Di-s, es mucho peor y más inferior que la kelipá y la sitrá ajará que se denominan avodá zará y "otros dioses". El está completamente separado de la unidad y unicidad de Di-s aún más que ellas, como si estuviera negando Su unidad todavía más radicalmente que ellas, Di-s libre.
Esto es similar a lo que está escrito en Etz Jaím, Portal 42, al final del cap. 4, que el mal en este mundo corpóreo es la escoria de las kelipot burdas, es el sedimento del proceso purificador, etc. Por este motivo, todas las cuestiones de este mundo son duras y malas, y los malvados predominan en él, etc.
Esto explica el comentario de nuestros Sabios sobre el versículo: "Si la esposa de un hombre se apartare [y cometiera adulterio]..." — 'Ningún hombre comete transgresión alguna a menos que un espíritu de necedad se haya introducido en él'. Porque incluso una mujer adúltera, cuya naturaleza es frívola, podría haber controlado su apasionado impulso si no fuera por el espíritu de necedad dentro de ella, el que tapa y encubre el amor oculto dentro de su Alma Divina que ansía aferrarse a la fe en Di-s de ella y a Su unidad y unicidad, y que resiste, aun a expensas de la muerte, toda separación de Su unidad por causa de la adoración de ídolos, Di-s libre, incluso si [esta adoración de ídolos] consistiera meramente en [el vacío acto de] postrarse [ante el objeto idolatrado] sin fe alguna en su corazón. [Si el amor oculto en ella tiene la fuerza de permitirle enfrentar la muerte antes que separarse de Di-s] con más razón, entonces, [tiene la fuerza necesaria] para superar la tentación y el apetito por el adulterio, sufrimiento éste que es menor que el de la muerte —¡Di-s nos proteja!—.
Su distinción entre la prohibición de idolatría y aquella de adulterio tampoco es otra cosa que un "espíritu de necedad" proveniente de la kelipá, la que envuelve el Alma Divina hasta su facultad de jojmá —pero sin incluirla, en virtud de la luz Divina que se inviste en la facultad de jojmá, como se explicara antes—.
En verdad, sin embargo, quien comete siquiera un pecado menor transgrede la Voluntad Divina y está totalmente separado de la unidad y unicidad de Di-s aún más que [como lo están] la sitrá ajará y la kelipá, que se denominan "dioses extraños" e "idolatría", y más que todas las cosas de este mundo que se derivan de ellas, como ser los animales impuros, las bestias y pájaros impuros, y los insectos y reptiles, como han dicho nuestros Sabios: ["Cuando el hombre peca, le dicen:] 'El mosquito te ha precedido'". Esto significa que incluso el mosquito que [como dice el Talmud,] consume [alimentos] pero no excreta, la forma más baja de kelipá, muy alejada de la santidad —que característicamente da de sí misma incluso a aquellos alejados de ella—, precede al individuo pecador en el orden de descenso de la fuerza vital Divina de la Voluntad Divina. Y con más razón las demás criaturas impuras y hasta las bestias feroces [son superiores al pecador]. Ninguno de estos altera su objetivo [en el designio Divino], sino que guardan el mandato de Di-s. Aunque no lo puedan percibir, su "espíritu" sí lo percibe, como está escrito: "Vuestro temor y pavor estará sobre cada bestia de la tierra", como lo explican nuestros Sabios: 'La bestia salvaje nunca se atreve contra un ser humano, a menos que éste le parezca un animal'. De hecho, al enfrentar tzadikím, de cuyo rostro nunca se retira la imagen Divina, las bestias malvadas se humillan ante ellos, como se declara en el Zohar respecto de Daniel en la guarida de los leones.
Por lo tanto [está claro que] aquel que peca y transgrede la Voluntad de Di-s siquiera con una ofensa menor, en el momento de cometerla está totalmente alejado de la Santidad Superior —que es la unidad y la unicidad de Di-s—, aun más que todas las criaturas impuras, los bichos y los reptiles, quienes obtienen su sustento de la sitrá ajará y la kelipá de avodá zará.
Es cierto que encontramos un principio de que salvar una vida prevalece sobre las otras prohibiciones [aunque no sobre la de idolatría] y así también [la ley propone a veces] que la persona cometa la transgresión para no ser muerta [mientras que la ley es inversa si las transgresiones son idolatría, incesto u homicidio], esto es, como lo explican los Sabios, porque: "La Torá dijo: 'Profana un Shabat por él, para que [viva y] observe otros Shabatot'", y no a causa de la relativa lenidad [del Shabat] o gravedad de los pecados [tales como idolatría]. [Ten presente que [este argumento es apoyado por el siguiente hecho: la violación de] el Shabat es una ofensa grave y equiparada a la idolatría en cuanto a la ley de Shejitá de cualquiera que habitualmente viola un precepto determinado, en [la codificación de] Ioré Deá, Sección 2, lo que no es así respecto de un infractor sexual habitual [a quien no se aplica la misma ley que a un idólatra habitual]. Y con todo, [la consideración por] salvar una vida suprime [las prohibiciones de] el Shabat, pero no las prohibiciones sexuales, sino que éstas son simplemente cuestiones del decreto Bíblico].
Sin embargo, después del acto pecaminoso, si el pecado es del tipo que no conlleva la penalidad de karet (extinción espiritual del alma), o muerte a manos del Cielo —en cuyo caso el Alma Divina no perece totalmente y no es completamente cercenada de su fuente en el Di-s viviente, sino que por este pecado se ha debilitado un tanto su vínculo y conexión con su fuente*—
* NOTA
(Y de acuerdo a la proporción y a la naturaleza específica de la mancha [ocasionada por el pecado] en el alma y en su fuente en los mundos superiores son los diferentes procesos purificadores y los castigos en el purgatorio o en este mundo, para cada transgresión y pecado su castigo específico, con el objetivo de limpiar y quitar la mancha y el defecto [causado por ese pecado específico]. Análogamente, la mancha causada por los pecados que conllevan las penalidades de muerte [a manos del Cielo] o karet varían de un pecado a otro).
tanto el Alma Animal del pecador, que anima su cuerpo y está investida en él, como así también su cuerpo mismo, vuelven y se alzan de la sitrá ajará y la kelipá, y se acercan a la santidad del Alma Divina que los permea. [El Alma Divina] siempre cree en el Di-s Unico, y continúa fiel a El incluso mientras se está cometiendo el pecado, sólo que en ese momento se encontraba en un estado de verdadero exilio dentro del Alma Animal —que se deriva de la sitrá ajará— que lleva al cuerpo a pecar y lo arrastra consigo hacia los abismos más profundos; tan bajo, incluso más bajo que la impureza de la sitrá ajará y la kelipá de la idolatría —¡Di-s nos preserve!—. No hay mayor exilio que éste, [una caída] "de un techo elevado [a un pozo profundo]", pues, como se explicara antes, la fuente y raíz de todas las almas judías está en la Sabiduría Divina, y Di-s y Su sabiduría son uno y lo mismo. Es comparable a aquel que sujeta la cabeza del rey, la arrastra hacia abajo y sumerge su rostro en un excusado lleno de suciedad, la peor de las humillaciones, aun si hace así sólo por un instante. Porque las kelipot y la sitrá ajará se denominan "vómito y suciedad", como se sabe.
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