Para mantener el cuerpo y alma juntos, el ser humano necesita aire, agua, alimento, ropa y abrigo: en ese orden. Sin aire, Di-s no lo permita, fallecería en cuestión de minutos. Se puede sobrevivir algunos días sin agua, algunas semanas sin alimento... La necesidad de ropa y abrigo es menos evidente, pero sin ellos el hombre sucumbiría en última instancia en un ambiente a menudo hostil.
Este orden también describe la accesibilidad a estos recursos. El abrigo es la necesidad humana más difícil (y costosa) de adquirir. El alimento, un poco menos, el agua es más barata y más disponible. Finalmente, el aire, el recurso más trascendental de todos, es el más generoso y el más fácil de lograr.
Cuando el Rebe anterior, utiliza en su frase las palabras "un cambio en el aire", "olor a Elul", "viento de teshuva", estas no son meras figuras poéticas del discurso, sino también expresan una verdad sobre el mes de Elul y el espíritu de teshuvá (retorno a las fuentes) que lo impregna.
A lo largo del año, nos esforzamos por darle un corte a la la rutina de la vida, tratamos de corregir los errores y las injusticias y de darle un marco de pureza a nuestra alma.
Pero en el mes de Elul, entramos en una atmósfera de teshuvá.
En Elul, la teshuvá deja de ser una cuestión de momentos cataclíticos de verdad o algo par ser extraído de las profundidades del libro de rezo.
En Elul, la posibilidad de hacer Teshuvá, es tan abundante y accesible como el aire: necesitamos solamente respirar profundamente para introducirla dentro de nuestros pulmones y enviarla a través de nuestras venas. Y con Elul viene la realidad que, como el aire, la teshuvá es nuestra necesidad más crucial, es la respiración de la vida espiritual.
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