Un rabino que recolectaba fondos para una Ieshivá llamó a un hombre rico que era conocido como miserable.

"No tiene sentido que usted me pida" aconsejó. "No doy donaciones a Ieshivot".

"No vine por una donación", disparó el rabino. "Vine a cumplir la mitzvá de Bikur Jolim, visitar a los enfermos".

"Pero yo estoy completamente sano", afirmó el miserable, no comprendiendo la afirmación del rabino.

"No, tú no lo estás", insistió el rabino con calma. "Salomón enseña en Eclesiastés (5:12): 'Hay una grave enfermedad que he visto: la riqueza que es guardada en detrimento de su propietario'. Puesto que atesoras tu riqueza, realmente sufres de una enfermedad, así que vine a verte".

"¿No hay otras personas enfermas?", preguntó asombrado el miserable. "¿Por qué me has escogido para visitarme?"

"Por qué" sonrió satisfecho el rabino. "El Talmud dice que quienquiera que visita a una persona enferma se lleva un sexagésimo de su enfermedad. ¿Qué puedo esperar si me voy con un sexagésimo del mal de algún otro? Nada, sólo 'tzarot' (problemas). Pero si me voy con un sexagésimo de su enfermedad, ¡verdaderamente me hará muy bien!"