Era la mañana del quince de Nisán de 2448. La tierra de Egipto estaba atestada de los muertos y de los expirantes. No todos los primogénitos habían muerto inmediatamente; Hashem distribuyó juicio individual a cada primogénito.
Por veintiséis generaciones, desde la creación de Adám, Hashem había esperado transmitir a la humanidad la preciosa Torá la cual había precedido la creación del universo.
De todas las vasijas del Mishkán, Hashem ordenó que el arón (arca) fuera construido primero. El dio instrucciones de que su construcción precediera aún aquélla del Mishkán mismo.
El alma del joshen era el urim vetumim que yacía escondido entre sus dobleces. El urim vetumim eran rollos de pergamino sobre los cuales Moshé había escrito el Nombre Divino de Setenta y Dos Letras.