No conducimos un vehículo a motor en Shabat, ni tenemos alguien que lo haga por nosotros. Por consiguiente no conducimos o subimos a automóviles, autobuses, trenes o aviones.

Por lo tanto nuestra existencia en el día de Shabat se centra en nuestra vida hogareña y en actividades —ir a la sinagoga, visitar amigos, disfrutar una caminata por el parque —que tienen lugar a una distancia que se puede caminar desde su casa (o dondequiera que estén en Shabat).