Estimados lectores:

Comienza la porción semanal con nuestro patriarca Abraham convaleciente y anciano, pocos días atrás había hecho su circuncisión, el sol del desierto pegaba con fuerzas al mediodía, mientras Abraham espera que pase algún viajante para darle algo de comer o de tomar. Di-s decide concederle una visita y revelarse a Abraham. Se lo merecía, de eso no hay dudas. Una vida llena de pruebas y esfuerzos.

No todos somos merecedores de una relevación de Di-s, de hecho, muy pocos tienen acceso a la revelación, es más muchas veces Di-s se nos revela y ni nos damos cuenta.

De pronto aparecen tres beduinos, sucios y transpirados, y Abraham “abandona” a Di-s y sale corriendo a atender con agua fresca y alimentos a los forasteros.

Muchos comentan este episodio con la siguiente lección:

Aunque tengas delante tuyo a Di-s, si hay un ser humano con hambre y sed, tiene prioridad.

Pero yo iría incluso más allá. La revelación que esperó Abraham tener después de años de buscar a Di-s, y después de todos los sacrificios que hizo fue justamente esa la revelación divina, no abandonó a Di-s, por el contrario entendió perfectamente lo que Di-s quería de nosotros los seres humanos, Di-s se le reveló a traves de estos seres hambrientos y sedientos, que después resultaron ser ángeles.

En mi trabajo como rabino me llegan consultas de personas que están buscando encontrar espiritualidad. Rabino ¿Cuál es la misión de mi vida? ¿Quiero conocer los secretos de la existencia? ¿Para qué vino mi alma al mundo?, y similares. Durante años intenté explicar, pero hoy les digo “Ayudar a otro” “Hace una sopa y dale a quien no tiene” “Compartí tu pan con el prójimo” . Algunos no lo entienden y piensan que encontrar a Di-s es algo místico, abstracto y desconectado de la realidad.

Abraham nos enseña que lo podemos ver simplemente alimentando a un hambriento o satisfaciendo a un sediento.

¡Shabat Shalom!

Rabino Eli Levy