Frustrada por su fracaso en seducir a José, la esposa de Potifar lo calumnió y Potifar lo envió a prisión. Aquí también, José ascendió rápidamente a una posición de responsabilidad. Poco después de su aprisionamiento, el jefe de coperos y el jefe de panaderos del Faraón también fueron puestos en prisión. La mañana siguiente ambos tuvieron sueños perturbadores, José notó su ansiedad y ofreció ayuda. Ellos le contaron sus sueños, los cuales interpretó correctamente significando que en tres días el copero sería restaurado a su posición y el panadero sería ejecutado. José le pidió al copero que, al liberarse, interceda por él con el Faraón, pero el copero se olvidó de José.
El Poder de la Acción
וַיִּשְׁאַל אֶת סְרִיסֵי פַרְעֹה . . . לֵאמֹר מַדּוּעַ פְּנֵיכֶם רָעִים הַיּוֹם: (בראשית מ:ז)
[José] les preguntó a los sirvientes del Faraón, “¿Por qué sus caras están tan abatidas hoy?” Genesis 40:7

José había sufrido humillaciones horribles. Hubiera sido lógico que se quedara absorbido en su propio dolor, enojado con el mundo. Pero José no se amargó. Permaneció sensible a los demás y a su misión Divina en la vida. No sólo percibió la angustia en los sirvientes del Faraón, sino que se acercó para ayudarlos. Para José, el hecho de que Di-s haya llevado a que se dé cuenta de alguien necesitado indicaba que era su deber ayudar.

Como resultado de esta única y aparente pequeña buena acción, José se convirtió en virrey de Egipto, y fue capaz de salvar al mundo civilizado de la hambruna. Vemos aquí, una vez más, los inimaginables resultados de largo alcance que pueden venir de una pequeña buena acción.1