El primer elemento del Tabernáculo que D-os les ordenó a los judíos hacer fue el Arca del Pacto, una caja de madera abierta cubierta de oro que albergaba las dos Tablas del Pacto sobre las que D-os había grabado los Diez Mandamientos. Esta Arca estaba sellada por una cubierta de oro, sobre la cual habían dos figurines de ángeles alados con cara de niños, conocidos como querubines.
Las caras de niño de los querubines significan que nuestra conexión intrínseca con D-os es como la conexión esencial entre padre e hijo. A pesar de las fluctuaciones que pueden surgir en su relación, la conexión entre padre e hijo nunca puede ser rota. El hecho que los querubines estuviesen situados encima de las Tablas de la Torá y enfrentándose uno al otro, significa que estudiando la Torá, podemos alcanzar la raíz de nuestra alma Divina, permitiendo que nuestra conciencia se fusione totalmente con D-os. Las caras de niño de los querubines también aludían al hecho de que la Torá como la conocemos es una versión diluida y simplificada de la Torá celestial, la sabiduría infinita de D-os. D-os contrajo Su sabiduría infinita de una forma que podamos entender y digerir, así como un maestro experto contrae su captación de un tema para transmitírselo a sus alumnos.
El hecho de que las alas de los querubines estuvieran extendidas en forma protectora sobre el Arca alude al hecho de que la educación de Torá de los niños pequeños asegura la preservación y continuidad de la transmisión de la Torá.1
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