El Altar Exterior es donde tiene lugar el proceso de refinamiento de nuestras naturalezas animales. El material y la forma del Altar Exterior aluden a las dos actitudes opuestas que necesitamos cultivar para lograr esto:
Por un lado, debemos estar resueltos en nuestra dedicación al avance espiritual. Los judíos son llamados un pueblo “testarudo”; esto puede ser una cualidad positiva cuando se expresa como una determinación y obstinación en lograr objetivos espirituales. Esta cualidad está aludida por el hecho de que el Altar estaba confeccionado de cobre, dado que la palabra hebrea para “cobre” (nejóshet) está relacionada con la palabra hebrea para “obstinación descarada” (nejush).
Por otro lado, el Altar era hueco y estaba relleno de tierra. Similarmente, a pesar de que externamente debemos ser obstinados, internamente debemos ser humildes como la tierra. Como decimos en nuestra plegarias, “que mi alma sea tal polvo para todos”.1
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