Por muchos años, Rabi Zeev Kitses, uno de los discípulos más ancianos de Rabi Israel Báal Shem Tov, ansiaba viajar a la Tierra Santa. Finalmente, llegó la oportunidad que tanto aguardada, y Rabi Zeev se presentó para recibir la bendición de su Rebe para un viaje seguro."Recuerde, Rabi Zeev" - fueron las palabras de despedida del Báal Shem Tov - "la persona debe saber cómo responder a una pregunta de forma adecuada. Piense bien antes de responder." Rabi Zeev no tenía la menor idea que el Rebe quería decir con estas palabras, pero las guardó en el corazón, esperando una señal que ese momento había llegado.

En uno de los puertos de escala durante el viaje le ocurrió un inconveniente. El barco arribó para recibir provisiones, y los pasajeros desembarcaron para pasear algunas horas. Rabi Zeev, que estaba profundamente inmerso en pensamientos, no oyó el llamado para reembarcar y perdió el barco. Muy preocupado, deambuló por el lugar extraño. No hacía idea de donde se encontraba, ni cuanto tiempo necesitaría esperar por otro barco.

"¡Hey hombre! ¿Por qué está tan desanimado?" oyó una voz amigable preguntar. Levantando los ojos, se encontró con un anciano de cara muy pura, con una barba plateada. Su alegría no tenía límites. Sí, había una comunidad judía en la isla, completamente equipada con una sinagoga y escuela… Habría otro barco de allí a algunos días, y mientras eso, pasaría el Shabat junto a su nuevo amigo. Domingo por la mañana Rabi Zeev, acompañado por el anfitrión, volvió al puerto para tomar un una embarcación que había llegado a la isla. Al despedirse, el hombre le dijo: "Dígame, Rabi Zeev, ¿como es la vida para los judíos de su país? ¿Como les va en el exilio?" "Gracias a Di-s, todo va bien" – respondió Rabi Zeev, corriendo por la rampa de embarque. "El Todo-Poderoso no abandona a Su pueblo."

El barco ya había zarpado cuando Rabi Zeev se acordó de pronto de aquello que el Báal Shem Tov le había dicho en su despedida. "¡Infeliz que soy!" gritó. "¿que hice? ¿El Rebe no me advirtió que cuidara mis palabras antes de responder, por qué no dije la verdad? ¿Por qué no conté a aquel hombre sobre la pobreza y las persecuciones que hay en nuestro país?" Rabi Zeev se quedó tan desolado por no cumplir las instrucciones del Báal Shem Tov – pues ahora había entendido el por qué de su encuentro con el anciano en la isla – que en el próximo puerto descendió del barco y viajó de vuelta a Mezibush para contarle lo que había acontecido.

"Rabi Zeev" – dijo tristemente el Báal Shem Tov – "todos los días nuestro patriarca Avraham le dice al Todo-Poderoso. '¡Amo del Universo! ¿Que será de mis hijos? ¿Por qué todavía están sufriendo en el exilio?' Y Di-s responde: 'No los abandoné.' Sin embargo Avraham no se aplaca. Por lo tanto, Di-s le dice: ¿'Por qué no les pregunta a ellos por sí mismo? Mire, allá va Rabi Zeev Kitzes, un judío íntegro y honesto, camino a la Tierra Santa. ¿Por qué no le pregunta a él?'"