El copero real no es lo suficientemente escrupuloso con el Faraón y se encuentra en prisión junto con el joven José, cuyo destino también lo trajo a esa mazmorra en Egipto. La Cabala explica que los tres personajes bíblicos de José, el Faraón y el copero real, representan tres entidades espirituales.

Faraón, etimológicamente vinculado a la palabra hebrea para "quitar la cobertura que oculta", periá, representa la revelación cósmica. El copero, que trae el líquido que humedece una garganta seca, representa la vinculación del "agua" y el "fuego" espiritual. Y "José" (cuyo nombre significa "agregue") representa la alegría que resulta de la sabiduría adicional que surge a través del encarcelamiento espiritual del alma en la mazmorra del cuerpo.

De los cuatro "elementos" espirituales —fuego, aire, tierra y agua —fuego y agua son opuestos. En sus analogías físicas, el agua tiene el poder de extinguir la llama, y el fuego tiene el poder de evaporar el agua. Son físicamente competitivos. Pero en el plano espiritual, donde los opuestos son reconciliados, el agua es la fuente de la mente, y el fuego es la fuente de las emociones. El equilibrio interior requiere la sabiduría de la mente para enfriar momentáneamente el ardor del corazón, así la dirección de la sabiduría puede enfocar sabiamente la energía —"inteligencia emocional". La actividad mental de la contemplación e introspección provee del contexto para la ardiente búsqueda del alma que busca la unicidad a toda costa, a veces sin sabiduría, en su prueba de navegar en territorio ajeno de lo finito —tiempo y espacio.

La forma de hacer descender el "agua de la sabiduría" es a través de la real enunciación de las palabras de la tefilá (plegaria meditativa) y la expresión práctica de mitzvot (actos de unificación prescriptos por la Torá). Este conducto trae "líquido espiritual" para la ardiente sed del alma, y resulta en los descubrimientos existenciales, auto revelación ("Faraón") —el resultado de la búsqueda espiritual y las aparentes adversidades que por ella sufre el cuerpo. El resultado final es el éxtasis y la alegría de la nueva sabiduría ("José") —sabiduría que de otra manera no se puede obtener a través de la búsqueda humana común.

Estos tres elementos existen en todos nosotros: nuestra búsqueda del significado de la vida es el elemento José, buscando metas de alegría y sabiduría, descubriendo lo que está oculto —periá. Esto sólo puede ser logrado a través de la sabia expresión de nuestras necesidades existenciales —el copero real interior —que se convierte en la clave de la iluminación de la Unicidad final de la existencia.

Dominio: Cuando hable con alguien hoy o mañana, trate de establecer una longitud de onda paralela de conciencia —sea conciente de cómo sus palabras inician nuevos pensamientos. Esta conciencia más elevada del poder creativo de las palabras y el comportamiento creará un "circuito de regeneración", así la conciencia resultante le permitirá verbalizar y expresarse más sabia y apropiadamente.

Meditación: Visualice al cerebro como una fría y burbujeante pileta de agua, como si se derramara en cascada hacia un centro, fluyendo hasta convertirse en una apacible caída de agua. El agua cae en arena seca que parece absorber el agua y sin embargo permanece seca. Camine por esa arena y la encontrará fría y suave. Las aguas frías atenúan el calor y la sequedad. La arena forma la imagen del corazón. Ahora tome conciencia de su propio cerebro, viendo las aguas de la sabiduría fluyendo de él hacia el calor y la energía del corazón. Visualice este proceso en un estado de paz y equilibrio.