"La ignorancia es bienaventuranza". Cuan fácil — ¡Y cuan cierto! ¿Está enfermo hasta el alma por toda la fealdad e injusticia del mundo? Sólo cierre los ojos, y piense que no es así. Y cuando la realidad golpee a su puerta y estalle en su cabeza, cierra más fuerte sus ojos, imagine más firmemente. Si canta lo suficientemente fuerte para tapar los sonidos de la carnicería en la otra calle o continente, puede experimentar paz (o al menos participar en una ceremonia celebrándola).

El versículo de apertura de la lectura de la Torá de esta semana, Vaieshev (Génesis 37-40), habla del deseo de Jacob de "establecerse tranquilo". Cualquiera que haya seguido el relato de la Torá de la vida de Jacob hasta este momento, no puede menos que estar de acuerdo que, tras 34 años de huir de Esaú y estar esclavizado con Laban, Jacob merece algo de paz y tranquilidad. Pero el versículo siguiente comienza la historia de cómo, según dice el Talmud "se precipitó sobre él el problema de José": el más amado de los hijos de Jacob es vendido como esclavo por sus propios hermanos y durante 22 años Jacob sufre, pensando que ha muerto; y Jacob es obligado a pasar los últimos años de su vida lejos de su hogar, en el extranjero Egipto.

¿Por qué le fue negado el deseo a Jacob? "Cuando los justos desean establecerse tranquilos" explican nuestros sabios "Di-s dice: ¿No es suficiente para ellos lo que está preparado en el Mundo Venidero, que también piden una vida tranquila en este mundo?"

¿Por qué no? ¿Di-s tiene una cantidad limitada de tranquilidad para dar? ¿Por qué no podemos tener la paz y perfección del Mundo Venidero, y unos pocos años de respiro en este mundo también?

El Lubavitcher Rebe explica que el Mundo Venidero es un mundo de verdad. Es un mundo en el que lo que ocurrió ayer y lo que ocurrirá mañana no pueden estar divorciados de lo que ocurre hoy, y lo que le ocurre a tu prójimo no puede estar separado de lo que te ocurre a ti. La paz en nuestro aun imperfecto mundo, vista desde la perspectiva del "Mundo Venidero", es una mentira.

Muchos están contentos de vivir esa mentira: olvidar lo que ocurrió ayer, evitar el pensar acerca de lo que ocurrirá mañana, ignorar la tristeza en los ojos de un vecino, la pobreza en la otra parte de la ciudad y las bombas en la otra zona horaria.

Pero entonces están los justos: hombres y mujeres que no pueden saborear su comida mientras alguien, en algún lugar, está hambriento; quienes, si hay ignorancia en el mundo, saben que su propia sabiduría es deficiente; quienes, si hay discordia en cualquier parte de la creación de Di-s, no pueden estar en paz.

Si, ustedes pueden tener un poco de paz en este mundo, y luego experimentar la cosa real en el Mundo Venidero —si ustedes están dispuestos a permitir que el Mundo Venidero venga cuando tiene que venir.

Los justos no son esos pacientes. Sus seres físicos pueden ser arrinconados en este mundo, pero sus mentes y almas habitan el mundo por venir. Se rehúsan a cerrar sus ojos.