Sam Zeitlin, a.k.a. "EL Relámpago de Brooklyn", alzó sus brazos en señal de victoria mientras corría a través de la línea de llegada cincuenta metros delante de la competencia de pruebas preolímpicas de EEUU en 1967. Una oleada de éxtasis se derramó sobre él mientras la muchedumbre levantaba alto en el aire su exhausto cuerpo. Entretanto un entrenador con mal aspecto en el rostro se abrió paso a través de la multitud, y murmuró en el oído de su entrenado. Sam había sido oficialmente descalificado de la carrera porque alzó sus brazos una fracción de segundo antes de cruzar la línea de llegada.
Desde la época en que el padre de Sam Zeitlin le trajo una brillante bicicleta roja Schwinn en su quinto cumpleaños, Sam soñó con correr en las Olimpíadas. En la adolescencia, Sam ahorró dinero y compró una bicicleta de competición a medida.
Sam no perdió el tiempo, entrando en competencias por toda el área metropolitana de New York, y ganó carrera tras carrera. Los cazadores de talentos pronto se dieron cuenta del talento y la perseverancia de Sam, y se le pidió que se uniera al Equipo de Ciclismo de New York. Posteriormente se unió al Equipo Nacional Americano de Ciclismo, donde ganó medallas en Israel, a través de América del Sur y Central, los EEUU y Canadá y Europa. Con el tiempo Sam entró a las pruebas preolímpicas de 1967, sus días estaban dedicados a la natación profesional, patinaje para el equipo de su escuela secundaria, y saltar a la cuerda por horas para tener resistencia. Iba en su bicicleta en todas las condiciones climáticas, en un esfuerzo por ganar la medalla de oro olímpica con la que soñaba desde los cinco años.
Unos días después de haber sido rechazado, Sam fue a dar un paseo en bicicleta por Long Island. Cuando doblaba una esquina, oyó el atemorizador chirrido de un auto acercándose. Los rápidos reflejos de Sam le permitieron virar bruscamente hacia la vereda, esquivando así al auto y previniendo catastróficas heridas y aun la muerte. Aturdido, Sam miró por encima de su hombro, y vio a su principal rival en ciclismo, Doug, sentado al volante de un Corvette negro. La voz de Doug sonó con ponzoña "¡Te atraparé la próxima vez judío!"
Dándose cuenta que había sido señalado a causa de su religión judía, Sam decidió unirse al equipo de ciclismo israelí. Estaba decidido a no abandonar su sueño. Contactó a Nati, el representante del equipo del Club de Ciclismo Israelí. "¿Cómo quieres que haga que tu equipo llegue a niveles mundiales?" Preguntó Sam. Nati y Sam se habían conocido unos años antes, cuando Sam tenía 20 años y había ganado en los Juegos Macabeos la competencia de Carrera Corta en Ciclismo. Nati sabía que con Sam como entrenador y miembro del equipo de ciclismo israelí, los israelíes finalmente podrían competir en la división de ciclismo de las Olimpíadas.
Sam se trasladó a Israel, donde su profesionalismo y su actitud optimista hicieron de él un valioso miembro del Hapoal Tel Aviv Sports Club. Diseñó una rigurosa rutina de ciclismo para los atletas israelíes, y bajo su tutela, su visión de enviar un equipo de ciclismo israelí a las Olimpíadas comenzó a tomar forma.
Cuando no estaba entrenando, Sam exploraba las ciudades y el campo israelí. A pesar que Sam tenía un conocimiento básico del judaísmo, no tenía conciencia de la belleza de su herencia. Una vez, mientras visitaba el Muro Occidental, Sam vio a dos adolescentes que usaban tzitzit y kipot. Sam se presentó a los muchachos. Tras una larga discusión quedó impresionado por su actitud sencilla y sus ideales espirituales. Sam y los muchachos se hicieron buenos amigos, y ellos le sugirieron que se inscribiera en una ieshivá angloparlante.
Un día Sam fue con su bicicleta a una ieshivá en Bnei Brak, la estacionó frente al edificio de ladrillos de la ieshivá, empujó la puerta abierta, y entró a una realidad diferente. Filas de hombres sentados en parejas, libros usados amarillentos por el tiempo desparramados ante ellos. Hombres solitarios dando vueltas murmurando tonadas por lo bajo, mientras otros estaban enfrascados en fervientes plegarias. El vívido sonido del debate sonaba en el aire, mientras los jóvenes discutían el significado de los textos sagrados.
Sam se aproximó a un joven rabino cuyo amable rostro estaba enmarcado por rizos laterales y una espesa barba. El rabí se presentó como Rabí Guershon Rabinowitz, y Sam se sintió agradecido cuando el buen hombre lo puso bajo sus alas. Sam comenzó a entrar en calor con la atmósfera de la ieshivá, y comenzó a pasar una gran parte de su tiempo libre ahí.
El sábado se convirtió en lo más destacado de su semana, dado que se unía a Rabí Guershon y su familia para la comida de Shabat. La mesa de Shabat puesta con un mantel blanco, brillantes velas, y comida que hacía agua la boca, llenaba a Sam de calidez y pertenencia. Rabí Guershon enseñaba estimulantes palabras de Torá, y entonaba canciones que elevaban el espíritu. Sam amaba especialmente la rítmica canción Shabat haiom laHashem "Shabat es el día para Di-s" y se convirtió en su mantra. El ritmo permanecía en su mente toda la semana. Mientras Sam practicaba tácticas de carrera por las rutas de la costa cerca de Cesárea, entonaba el canto para sí, haciendo coincidir el tempo musical con su pedaleo.
A medida que el aprecio de Sam por el judaísmo crecía, hizo cambios en su vida para convertirse en un judío practicante. Sam, desde entonces conocido por su nombre judío, Shimon, se mudó de las rocosas colinas de Jerusalén al plano terreno de Bnei Brak. Bnei Brak puso a Shimon al lado de su amada ieshivá, y las lisas calles de la ciudad lo ayudaron en sus prácticas de ciclismo.
Sin embargo, cuando Shimon se hizo más observante, se comenzó a preocupar en forma creciente por la necesidad de entrenarse en Shabat. Shimon quería observar completamente el santo Shabat absteniéndose de montar en su bicicleta, ¿pero cómo podía evitar el andar en bicicleta en Shabat en sábado cuando éste había sido designado el día oficial para las prácticas y pruebas de ciclismo en Israel?
Shimon envió una ferviente petición a la Federación de Deportes de Israel explicando su dilema. Explicó que como judío observante no quería profanar el día de Shabat, y que estaba dispuesto a entrenarse horas extras el resto de los días de la semana. La Federación de Deportes de Israel se mantuvo impasible. Le enviaron una carta que decía: "Todas las prácticas y pruebas oficiales deben hacerse en sábado, sin excepción".
Shimon no se rindió. En cambio le recordó a la Federación que era el único israelí de categoría mundial en ciclismo, y nuevamente pidió que hicieran una excepción para él. La Federación respondió abruptamente: "No se harán excepciones".
Shimon había pasado meses de prácticas brutales para competir en las Olimpíadas de Munich, Alemania de 1972, y ya había adquirido el pasaje de avión. Tras seria deliberación, Shimon resolvió que no violaría el Shabat, aun si significaba abandonar su sueño de competir en las Olimpíadas Mundiales. Israel envió representantes de levantamiento de pesas, lucha, esgrima, y tiro con rifle, pero sin Shimon, no hubo equipo israelí de ciclismo.
En el décimo día de las Olimpíadas de Munich, el grupo terrorista Septiembre Negro irrumpió en los dormitorios israelíes y secuestro a once atletas. El mundo vio horrorizado como cada uno de los rehenes era brutalmente asesinado.
El Estado de Israel se declaró en duelo. En medio de su pena y enojo, Shimon tembló cuando consideró cuan próximo estuvo de una muerte cierta. En los días y años que siguieron a la masacre, Shimon no cesó de hablar de su milagro personal, siempre dando crédito al hecho que cuidara el santo día de Shabat.
Shimon conoció y desposó a Leah Gol, la hija del rabino jefe de Afganistán, en Israel. Cuando Leah tenía siete años, su familia había huido a Israel, escapando de los pogromos contra la comunidad judía.
Los Zeitlin vivieron en Israel por varios años, y luego se trasladaron a Brooklyn, NY. El hijo de Shimon, Avigdor, recuerda su hogar de la infancia lleno de amor y paz. La casa estaba abierta a gente de todas clases, y a Shimon adorando invitar a ciclistas judíos a su mesa de Shabat.
Shimon siempre contó a sus hijos acerca de sus años de ciclista olímpico profesional. "Prácticamente nacimos sobre bicicletas" dijo su hija. A los tres años, todo niño tuvo su propia bicicleta, y aprendió a andar en dos ruedas. Shimon enseñó a sus hijos muchos trucos y maniobras, y casi todos los domingos, la familia salía a pasear en bicicletas y patines. Dijo su hija "Mi padre siempre nos contó como su madre lo apoyó y animó a que tuviera éxito y ganara, y él hizo lo mismo con cada uno de sus siete hijos, desarrollando nuestros talentos, así pudimos tener un hobby para toda la vida".
Shimon trabajó como fumigador por casi 30 años, mientras trabajaba para el NYC HPD durante los primeros 10-15 años después de volver a los EEUU. Todo el tiempo entrenó atletas. Obtuvo muchos títulos en psicología y educación física. También entrenó a corredores profesionales en Harlem, New York. Los entrenados por él ganaron el primer lugar en sus carreras.
A los 53 años necesitó una operación a corazón abierto. Dejó de fumigar y en cambio abrió un gimnasio privado, entrenando a sus clientes privadamente y rehabilitándose también, perdiendo más de treinta kilos. Entrenó a muchos rabinos, hombres obesos y adolescentes, niños especiales, trabajando con ellos, animándolos a trabajar hasta el límite. Logró un certificado de "Entrenador de Elite", que es el máximo nivel de entrenadores para las Olimpíadas.
Shimon falleció pacíficamente, durante el sueño, como siempre quiso, el 30 de junio de 2004, el 11 de Tamuz, a los cincuenta y nueve años. Él había dicho a sus hijos que deseaba morir con el beso de la muerte, sin enfermedad ni sufrimiento. Que su memoria sea para bendición.
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