Simple es ir derecho hacia delante. Esto es lo que se necesita hacer y así es como lo hago. "Ponlo y cállate o apártate del camino". Es más fácil y más conveniente perderse en un comité que apreciar la complejidad.

El Baal Shem Tov amaba la simplicidad. El pueblo simple que simplemente amaba a Di-s a pesar que no tenían idea de todos los temas de la fe, la religión y la teología. Amaban a Di-s como los pequeños bebés aman a su padre.

El Baal Shem Tov también amaba la fe, la teología y la religión. Amaba a los estudiosos que luchaban con la fe y el intelecto, dominando un poco de cada uno sólo para darse cuenta cuánto les faltaba ahora. Quería que ellos siguieran siendo simples a través del proceso, que siguieran siendo bebés llamando a su padre.

La fe simple de un hombre sofisticado tiene más dimensiones y una textura más rica. Una fe que comienza simple antes que el intelecto irrumpa, proseguir mientras el intelecto irrumpe y emerge simple después que mengua la tensión. Una simplicidad por encima de la complejidad y permeando la complejidad. Porque ignorar la complejidad es simplemente simplista.

Una persona simple que se deleita con su simple fe es, bien, simplemente simplista. Una vez que reconoce su simplicidad implícitamente rechaza la complejidad —lo que hace de la complejidad lo más convincente.

Por lo tanto me atrevo a decir que el Baal Shem Tov no tenía interés en un simplismo conciente. He oído historias acerca de cómo sus sucesores no lo hicieron.

La fe simple no es fácil. Ustedes tienen que aplicarse a todas las complejidades de la fe, la razón, la vida y la muerte que su pequeño cerebro puede comprender a fondo. Tienen que agotar todo su tiempo, energía y recursos en esta empresa. Lo que han dejado es fe: no sobrecargada por caminos intelectuales no recorridos.

Hacia esa fe la lectura de la Torá (Deuteronomio 18:13) nos instruye: Tomim tihie, lo que es traducido torpemente y sin convicción como "se sano" en tu fe. Hasta que encontremos una palabra mejor, lo llamamos fe simple. Bastante simple.