“La fe es nuestro recurso más poderoso. Permite que tu espíritu se eleve por encima y más allá de los dolores y las dificultades de la vida abajo”

-El Rebe.

Un escritor que vino a reunirse con el Rebe le preguntó porqué tanta gente encuentra dificultad en creer en Di-s.

“Hay muchas dudas”, contestó el Rebe. “Cuestionar a Di-s, sin embargo, es la primera indicación de que uno cree en algo. Debes aceptar en cierta forma a Di-s incluso para Cuestionarlo”.

“Pero si creen, ¿Por qué no actúan acorde a ello?” preguntó el escritor.

“Tienen miedo de su fe”, respondió el Rebe. “Temen que las demandas de su fe los engañen, que tengan que renunciar a su comodidad, o a comprometer algunas de sus ideas. Tienen miedo de cambiar sus vidas”.

¿Qué es la fe? ¿Todos la tienen?

Mucha gente no ve a la fe como una facultad básica humana; la ven más como una ausencia de la razón. Algunos son incluso más cínicos, clamando que la fe es un símbolo de debilidad, algo en qué apoyarse cuando todo cae. En otros tiempos, la fe era una necesidad porque el hombre no tenía ciencia que lo ayudara a explicar las leyes de la naturaleza; pero en cara de la razón y de todos los brillantes logros del hombre, hemos superado nuestra necesidad de tener fe.

¿No es fe sólo una creación de nuestra imaginación que tiene como propósito lidiar con temas que no podemos comprender?

Pero vemos que la gente inherentemente cree en algo mayor que ellos mismos. Este sentimiento está dentro de todos nosotros; sólo tenemos que saber cómo acceder a él.

¿Pero cómo cultivamos la fe? ¿No es algo que o tienes o no tienes?

Todos nacemos con fe. No es ni adquirida, ni enseñada; es nuestro estado más natural. Un niño chico, por ejemplo, tiene fe innata.

Pero cuando este niño crece, acepta menos su valor nominal. Su fe se oscurece por la razón y se da cuenta que su fe ha sido constantemente abusada. Luego de años de experimentar la hipocresía y la mentira, aprende a desconfiar de sus propias creencias.

No podemos permitir que nuestra razón ahogue nuestra voz interna que nos dice lo que sabemos que es cierto con cada fibra de nuestro ser. Debemos aprender a cultivar nuestra fe natural.

¿Cómo cultivamos fe verdadera?

La verdadera fe constituye no sólo una creencia en Di-s, sino también una creencia de que Di-s siempre hace lo bueno y lo correcto. La verdadera fe no renuncia, incluso si las cosas no salen como hubiésemos querido. Sí, podemos tener dudas. Sí, podemos sentirnos tristes por la necesidad y el sufrimiento en este mundo. Sí, podemos querer enfrentar a Di-s por permitir que ocurran tragedias. Pero abandonar tu fe en Di-s significa que estás poniéndote en un compromiso. Cuando somos testigos de un sufrimiento a alguien, podemos dirigir nuestro enojo al propulsor del mismo: el hombre. Las guerras y el genocidio nos enseñan que nuestra fe en el hombre puede estar fuera de lugar, pero nunca nuestra fe en Di-s.

¿Creer en Di-s es ingenuidad?

Mucha gente hoy en día todavía tienen problemas en creer en Di-s y están plagados de preguntas. ¿Es éste escepticismo sano o no? ¿Es una búsqueda honesta de la verdad o una justificación de un comportamiento egoísta?

Para algunos, el primer paso en la búsqueda de la fe debería ser asegurarse que de hecho estás dispuesto a escuchar y a crecer, que quieres aceptar la responsabilidad de la fe. El paso siguiente es lidiar con tus dudas concernientes a la existencia de Di-s.

Luego debemos permitir que nuestra voz interna hable. Sabemos que hay un Di-s así como sabemos que tenemos un alma, no porque no podamos verlo ni tocarlo, no podemos sentirlo. Sentimos los efectos del alma. Sentimos su sed por entender, por saber, y sentimos satisfacción cuando la nutrimos. Sentimos propósito y dirección cuando sentimos a Di-s en nuestras vidas; sentimos que hay una razón para todo lo que hacemos.

Por un momento, para de hacer lo que estás haciendo. Deja que tu mente quede en silencio, y permite escuchar la pequeña voz de Di-s. Cuando te liberes, te darás cuenta que tu fe está mucho más cerca de la superficie que lo que te imaginas.

Acción

Experimentar nuestra fe interna requiere de gasolina: información sobre Di-s y sobre nosotros mismos. Cultivar tu fe a través del estudio y de las plegarias. Actualizarla a través de buenas acciones y caridad. Habla de fe con tus amigos y familiares.

En este clima de oscuridad espiritual, todos tenemos la habilidad y la responsabilidad de dejar que nuestra fe brille y luego integrarla a nuestras vidas diarias.