El siguiente ensayo, es la adaptación libre de un extracto de una carta escrita por el sexto Rebe de Jabad, Rabi Iosef Itzjak Schneerson, mientras recibía tratamiento medico en el Sanatorio de Purkesdorf cerca de Viena en la primavera de 1935.
Fue el origen de mucho placer el día de hoy cuando experimenté algo que puede ser aplicado como una enseñanza para el Servicio de la persona a su Creador.
El doctor vino a administrarme cierto tratamiento, el cual incluía la inyección de una droga por medio de una jeringa.
Observé con extremo cuidado al doctor y sus asistentes cómo lo preparaban. Vestidos todos de blanco, meticulosamente examinaron sus prendas.
Se lavaron las manos dos y tres veces y controlaron sus uñas para que no tuvieran la más mínima suciedad en ellas. Echaron sobre sus dedos una generosa cantidad de desinfectante y luego la aplicaron sobre mi pierna, a pesar del hecho que ya estaba bañado.
Cuando pregunté a cerca de esta extensa preparación, me explicaron que es una regla en la medicina que antes de que una aguja penetre la piel, uno debe asegurarse que toda esa área este libre de cualquier tipo de contaminación, ya que cualquier minúscula partícula que entrara junto con la droga al cuerpo, no solo cancelaría los beneficios de la medicina, sino que podría causar severas enfermedades, Di-s no lo permita.
Un encuentro Jasídico generalmente implica la inyección de alguna medicina en el cuerpo a través del pinchazo de una aguja. Los Jasidim se reprochan entre sí en cuanto a su carácter y comportamiento. Estos reproches, aunque sean producto del amor interior y sentido de preocupación por la salud espiritual del otro, muy seguido viene en forma de pinchazo, muy parecido a la forma de inyección en la medicina, administrada para un resultado positivo y con la mejor de las intenciones.
Pero antes de que la aguja pinche la piel, uno debe asegurarse que ésta, las manos del inyector y el área donde va a ser inyectada, estén completamente libres de cualquier bacteria. Si hay negación en esto, no solo el remedio no va a hacer efecto, sino que se pone en riesgo la vida del paciente, Di-s no lo permita. Cuando todavía la “contaminación” se encuentra afuera, ésta puede ser eliminada.
Un encuentro de Jasidim (Farbrenguen Jasídico), es un bálsamo curativo, un literal salvavidas, trayendo inimaginables beneficios. Hemos visto como cada palabra Jasídica penetra hasta lo mas interno del corazón y mente, como cada nota de ésta despierta el corazón y lo conduce a la verdad.
Pero las medicinas curativas de un Farbrenguen son administradas con aguja, es decir, en tono de reproche. Por lo tanto, hay que tener extremo cuidado en que el “aguijón” esté limpio y esterilizado de la más mínima mancha de antagonismo e interés personal.
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