Muchas comunidades, especialmente las comunidades jasídicas, tienen la costumbre de no mojar la matzá –gebroks en idish–, incluso, aquella que fue completamente horneada durante los siete primeros días de Pesaj. A pesar de que sigue siendo kosher, no mojar la matzá es una exigencia que muchos adoptan para proteger más a la matzá.

Para evitar mojar la matzá, esta debe estar totalmente alejada del agua. Esto afecta la cocina de Pesaj para quienes se cuidan de gebroks, ya que no pueden comer kneidalaj (bolas de matzá) o cualquier otra receta a base de matzá o harina de matzá.

También, se debe ser cuidadoso de no colocar la matzá descubierta sobre la mesa, ya que puede entrar en contacto con líquidos o alimentos con agua.

Un caso en el que se debe tener particular cuidado es en la confección del Korej, el sándwich de matzá y lechuga, ya que la lechuga generalmente está húmeda, por eso, debemos ser meticulosos y secarla perfectamente antes de que entre en contacto con las matzot.

En el octavo día de Pesaj (que solo se festeja fuera de Israel), se autoriza el consumo de la matzá mojada, y todos acostumbran a preparar bolas de matzot y a mojar la matzá con las sopas y ensaladas.

Gebroks en idish se refiere a la matzá mojada, aunque literalmente quiere decir “roto”, ya que generalmente se tritura la matzá antes de mojarla.

Aquellos que se cuidan de comer gebroks en Pesaj, lo hacen por temor a que una ínfima partícula de harina no haya sido mojada con el agua durante el amasado, que haya quedado seca y al entrar en contacto con el agua, pueda convertirse en jametz.

La costumbre de no comer gebroks cobró ímpetu a fines del siglo xviii, ya que se empezó a preparar la matzá mucho más rápido que lo requerido por la halajá y la posibilidad de que quedaran burbujas de harina sin mojar se hizo más real.

Esta exigencia solo se aplica a la matzá en contacto con el agua; otros líquidos o jugos no logran que la harina se convierta en jametz.

En relación con lo espiritual

El último día de Pesaj está relacionado con la futura redención, una época en la que el mal no tendrá influencia sobre nosotros. Esto lo demostramos comiendo gebroks sin temer que la matzá pueda convertirse en jametz.

Otra explicación por la cual comemos gebroks en el último día de Pesaj para celebrar el éxodo, es porque es un momento en el cual estamos todavía espiritualmente inmaduros. Mientras escapamos de nuestro cautiverio espiritual, debemos ser muy cautelosos de no recaer en el orgullo y en nuestras debilidades en lo más mínimo por que corremos riesgo de volver a la esclavitud. Durante los cincuenta días de la cuenta del Omer, hacemos el trayecto de la esclavitud a la máxima libertad simbolizada con la entrega de la Torá, en Shavuot, en este día, la ofrenda que se hacía en el templo era específicamente hecha a base de jametz, ya que maduramos espiritualmente podemos tolerar el jametz sin temor a recibir su parte negativa.

El último día de Pesaj, completamos la primera semana en este camino espiritual. Todavía no llegamos a la meta, pero estamos a mitad de camino; no estamos listos para tolerar el jametz, pero estamos un poco más seguros. Por esta razón, estamos autorizados a mojar la matzá sin temor.