Dar un préstamo sin interés no es solamente un acto de bondad sino que es una mitzvá (Éxodo 22: 24). ¿Por cuánto? Tanto como el que pide prestado necesite y tanto como puedas prestarle. Si él necesita y pide, y tú se lo niegas, sus clamores se dejan oír en el cielo, y eso es muy peligroso. Pero si le das ese préstamo, "llamarás y Di-s responderá; clamarás y Él dirá: ‘Aquí estoy’" (Isaías 58: 9).
Dar préstamos sin interés es la forma más alta de tzedaká (caridad), mucho más grande que dar dádivas. Estas pueden preservar la vida un día, pero el préstamo preserva ese sentido necesario de autosuficiencia para que esa persona pueda volver a valerse por sí misma. Es por eso que cada comunidad judía tiene que mantener por lo menos una sociedad de préstamos sin interés.
¿Qué ocurre si alguien que no es una persona necesitada quiere recibir un préstamo para ganar más dinero? Tal vez, no sea tan grande, pero de todos modos sigue siendo una mitzvá. A diferencia de la tzedaká, los préstamos sin interés son tanto para los pobres como para los ricos.
Algunos detalles de importancia:
• No concedas el préstamo si piensas que el dinero va a ser despilfarrado, y esa persona no va a tener los medios para devolverlo.
• Está expresamente prohibido que dos judíos negocien en absoluto un préstamo que implique alguna forma de interés. Si el préstamo es con fines financieros, puede establecerse un contrato halájico, según el cual el que dio el préstamo se hace socio del negocio, otorgándole de ese modo derechos sobre parte de las ganancias. Consulta con un rabino para facilitar dicho procedimiento.
• No presiones al deudor si sabes que no puede pagarte la deuda. Ni siquiera deberás aparecer ante él –aunque no le pidas nada– para que él no sienta miedo ni vergüenza.
• En los años sabáticos, se cancelan todos los préstamos. Cliquea aquí para aprender a evitar que te invaliden los préstamos que diste.
• No se debe conceder ningún préstamo sin testigos o sin un contrato por escrito.
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