En los años setenta, solía viajar de Gibraltar a Nueva York para estudiar en la Yeshivá. No había vuelos directos, por lo que siempre tenía que pasar por Inglaterra. En una ocasión, en 1979, cuando estaba en Londres, decidí llamar a “770” (Central de Jabad Lubavitch Mundial) desde el aeropuerto. Se escuchaba de muchos secuestros de aviones en esos días, y por ello le pedí al Rebe una Bendición para llegar a salvo.

Generalmente, me llevaba unos minutos tratar de contactarme con la oficina del Rebe, pero esta vez, la llamada entró enseguida. El Rabino Binyomin Klein, uno de los secretarios, contestó el teléfono. Le expliqué que me encontraba en Londres en camino a la Yeshivá, y quería la Brajá del Rebe. El me respondió:“Llámame exactamente en veinticinco minutos”.

Hice lo que me pidió, y después de veinticinco minutos volví a llamar. El Rabino Kleim me dijo que el Rebe me deseaba un buen viaje, y también preguntó cómo estaba mi hermana.

No había visto a mi hermana por unos días, pero asumí que se encontraba bien. Entonces le dije al Rabino Klein:“Ella está Ok. Dígale al Rebe que está bien”.“No”, dijo el Rabino,“El Rebe quiere saber cómo está ahora. Llama a tu hermana”.

Corté y traté de llamar a mi hermana, pero nadie contestaba. Llamé a mis padres pero tampoco allí obtuve respuesta. Justo después, mi vuelo fue anunciado. Tomé mis valijas, entré al avión, y me olvidé completamente de la llamada a mi hermana.

Cuando llegué a Nueva York, mi primera parada fue en 770 para informarle al Rabino Klein que había llegado a salvo.

Me dijo que esperara, ya que le quería avisar al Rebe que había arribado. El dijo: “Sabes, el Rebe está muy preocupado por tu hermana, no le has dicho cómo se encontraba”. Había un tono de irritación en la voz del Rabino, y yo estaba un poco alarmado por haberme olvidado. Inmediatamente corrí para llamarla, pero de vuelta no pude comunicarme.

Llamé a la casa de mi mamá y finalmente pude hablar. “¿En dónde has estado?”, me preguntó.“Hemos tratado de encontrarte”. Mi hermana estaba en trabajo de parto y había pasado por una complicación. Su situación era peligrosa y mucha gente había estado haciendo Tehilim por ella. Los doctores se apuraron a llevarla a la unidad de tratamiento intensivo y han tratado de estabilizarla.

Le dije a mi mamá que el Rebe había estado preocupado por ella.

“¿Cómo sabía el Rebe?” Preguntó.

Mi única respuesta fue:“El Rebe me decía que debía llamarte. Intenté algunas veces hasta que finalmente pude comunicarme”.

Volví a 770 y le transmití la información al Rabino Klein para que se la pasara al Rebe.

Cuando salió de la oficina, el Rabino me dijo que el Rebe habría sentido que mi hermana no se encontraba bien y es por eso que continuaba preguntado por ella. Luego me contó que el Rebe la bendijo que tuviera una completa recuperación, y que ella y la bebé estarían sanos.

Baruj Hashem, el bebé nació sano, y mi hermana tuvo una completa recuperación.

Cuando tuve la oportunidad de contarle a mi hermana sobre la persistencia del Rebe, se emocionó mucho. Me explicó que en el momento de la emergencia fue cayendo en un delirio. Trataba de decirle a mi mamá que me llamara para que le pidiera una Brajá al Rebe, pero mis padres no podían entender lo que le estaba diciendo. Cuando se dio cuenta que no podían entenderla, simplemente cerró sus ojos y dijo en su mente:“Rebe, por favor ayúdame”

Esto ocurrió en el momento exacto en que me encontraba en el Aeropuerto de Londres, cuando el Rebe preguntó cómo estaba mi hermana..

Auspiciado por Jaim Piekarski y Familia. En memoria de Yosef ben Najman Ber.