No me considero un Jabádnik, pero viví en Crown Heights durante un corto tiempo luego de casarme. Solía asistir a los farbrénguens del Rebe de tanto en tanto, pero mi relación era siempre desde la distancia.
Menciono esto debido a lo que pasó más adelante.
Tres años después de haberme casado, mi esposa y yo nos mudamos a Silver Spring, Maryland, donde asistí a la Universidad de Maryland. Recibí un doctorado en psicología y comencé a trabajar como psicólogo en el sistema escolar local. Aparte de esto, solía dar clases de Talmud, una los sábados de tarde para el público en general, y otra los martes a la noche para un pequeño grupo que quería aprender a un nivel más profundo.
Estaba en mis treinta años, por lo que supongo que era demasiado joven para una crisis de mediana edad, o quizás llegué a la mediana edad antes que mucha gente, pero alrededor de esa época, estaba preocupado por varias preguntas apremiantes:
¿Debería seguir estudiando Torá o debería continuar en la psicología? Y si era esto último, ¿Cómo debería seguir mi carrera? ¿Debería pasarme a la psicoterapia privada o aceptar una oferta de una de las organizaciones locales de servicio social en el área? Tampoco estaba seguro que era mejor para mis hijos en términos de opciones educacionales en Silver Spring.
Además de todos estos dilemas, como todos supondrán, tenía mis propias preguntas de fe y confianza en D-os, como también algunas preguntas filosóficas.
tenía mis propias preguntas de fe y confianza en D-os, como también algunas preguntas filosóficas.Estaba en un estado de incertidumbre. Todas estas preguntas me tenían deprimido, y no estaba seguro de qué hacer o adónde ir. Hablé con varios amigos cercanos y uno de ellos, un jasid de Jabad, sugirió que visitara al Rebe.
Y así fue que en febrero de 1971 llamé al Rebe.
El secretario del Rebe contestó el teléfono en inglés, con un simple “Hola, ¿quién es?”
Mientras estaba hablando con el secretario, al fondo (reconocí su voz de los farbrenguens a los que había asistido) el Rebe estaba preguntando en idish “¿Quién está llamando?”
Yo contesté “A Yid fun Maryland” “Un judío de Maryland”.
Le dije al secretario que tenía muchas preguntas que me gustaría conversar con el Rebe; preguntas sobre qué dirección debería tomar mi vida, preguntas sobre mi carrera, y preguntas de fe... Expliqué que estaba en una etapa muy incierta de mi vida y no sabía a dónde dirigirme.
Hablé en inglés y, mientras hablaba, el secretario del Rebe iba repitiendo y parafraseando mis palabras en Idish, me imagino que hacía esto para que el Rebe escuchara.
Y entonces escuché al Rebe decir desde el fondo en idish: “Dile que hay un judío que vive en Maryland con el que puede hablar. Der yid hayst Veinreb (su nombre es Weinreb).”
El secretario me preguntó “¿Escuchó lo que dijo el Rebe?”
Yo no podía creer lo que había escuchado. ¡Estaba seguro que no le había dado mi nombre al secretario, pero el Rebe recién había dicho mi nombre! Estaba sorprendido y quería escucharlo de nuevo. Por lo que cuando el secretario preguntó si había escuchado le dije que no.
El secretario me repitió las palabras del Rebe: “S’iz doh a Yid in Maryland mit vemen er zol redden. Zayn nomen iz Veinreb.”
Así que respondí: “¡Pero mi nombre es Weinreb!”
Entonces escuché al Rebe decir: “Oib azoi, zol er visen zayn az amol darf men reden tzu zij” (Si ese es el caso, entonces debe saber que a veces, uno debe hablar consigo mismo).
El secretario también parecía estar impactado por lo que estaba sucediendo. Se detuvo y yo podía escuchar su respiración. Entonces me dijo: “El Rebe dijo que a veces es mejor hablar con usted mismo. ¿Su nombre no es Weinreb?”
“Si, mi nombre es Weinreb, pero quizás el Rebe se refiere a otro Weinreb.”
“No, el Rebe dijo ‘Habla con Weinreb’, y explicó que usted debe hablar con usted mismo.”
Le agradecí mucho, y con eso terminó la llamada.
Creo haber entendido lo que el Rebe estaba intentando decirme. Si pudiera poner palabras en su boca estaba diciendo: “Estás buscando respuestas fuera de ti. No eres más un niño, eres un hombre. Tienes treinta años, eres un padre, eres un maestro de Torá. Debes tener más confianza en ti mismo. Es tiempo de crecer y escucharte a ti mismo. No seas tan dependiente de otros. ¡Confía en ti mismo!”
Desde ese momento me volví mucho más decisivo. Pienso que hasta ese entonces tenía una tendencia a ser muy ambivalente, no era un tomador de riesgos, y procrastinaba cuando tenía que tomar decisiones. Pero desde ese momento, me volví más decisivo.
Que el Rebe entendiera eso, pienso, era parte de su gran sabiduría.El Rebe podría haber tomado el teléfono y decirme qué hacer, pero no necesariamente hubiese escuchado lo que me dijera, y no lo hubiese aceptado de la misma forma en que acepté esto. Como mucha gente, supongo que tenía una resistencia natural a que otros me dijeran que hacer, y pienso que el Rebe tenía la claridad para saber que era mejor que escuchase la respuesta de mi mismo a que la escuchase de él.
Que el Rebe entendiera eso, pienso, era parte de su gran sabiduría.
Unos pocos meses después de esa llamada que me cambió la vida, se presentó una oportunidad de expresar mi gratitud al Rebe en persona. Había ido a visitar a mis suegros en Brooklyn y mi suegro me exhortó a ir al Rebe para agradecerle. El Rebe estaba bendiciendo a unas personas en una pequeña audiencia privada, fui hacía él y le dije: “Mi nombre es Weinreb y soy de Maryland.” Y el me dio una amplia sonrisa de reconocimiento.
Vi al Rebe muchas veces, y vi muchas fotos de él, pero esa sonrisa en particular significó mucho para mí.
Dejé Silver Spring, y eventualmente hice un cambio de carrera de ser un Psicólogo de tiempo completo a convertirme en rabino de una sinagoga. Durante muchos años fui el Rabino de Shomrei Emunah, una congregación maravillosa en Baltimore. Tiempo después me ofrecieron tomar el cargo de Vicepresidente Ejecutivo de la Unión Ortodoxa, un puesto que acepté, a pesar de que era una decisión difícil dejar mi puesto en Baltimore.
Desde 1971, hubieron momentos en los que enfrenté muchas preguntas difíciles en la vida y, antes de buscar el consejo de cualquier otro, escuchaba mi voz interior. Apartaba tiempo para primero estudiar algunas de la enseñanzas del Rebe, como Likutei Sijot, para conectarme de nuevo, y luego seguir el consejo que me dio: hablar conmigo mismo. Y he exhortado a otras personas a que hagan lo mismo.
Antes de ir a preguntarle esto o aquello a otra persona, primero habla contigo mismo y escucha qué es lo que tienes que decir sobre eso; a veces tu propio consejo es el mejor consejo.
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