Cuando se creó el estado de Israel en 1948, la empresa automotriz Henry Ford advirtió que el nuevo estado necesitaría un gran número de vehículos tanto para uso militar como gubernamental y, en consecuencia, anunció sus planes de construir una planta de ensamblaje automotriz en Israel.
Esto se convirtió en una noticia alrededor del mundo entero. ¡El estado judío recién se había constituido y la empresa automotriz Henry Ford sería la primera en instalar una fábrica allí!
Sin embargo, nuestra alegría no duró mucho. Tan pronto como los árabes se enteraron de los planes de la fábrica Ford, anunciaron que, si esta seguía adelante con ellos, harían un boicot que consistiría en colocar a la empresa en la lista negra de la Liga Árabe.
Así que, obviamente, Ford se echó atrás.
Esto representó una verdadera crisis para el gobierno israelí. Con Ford doblegándose ante los árabes, ¿quién invertiría en Israel?
Mientras el gobierno buscaba alternativas, sin previo aviso, mi amigo, Lord Israel Ziev, de Londres, me llamó y me dijo: "Hay un hombre con quien debes hablar. Se llama Hickman Price. Trabaja con la Kaiser-Frazer Export Corporation. Su empresa instaló una fábrica de automóviles en Holanda y fue todo un éxito. Ahora, quiere hacer lo mismo en Grecia. Le sugerí que debía reunirse primero con usted”.
Se hicieron los arreglos pertinentes y nos encontramos. Y desde el primer momento en que nos vimos, sabíamos que íbamos a hacer negocios juntos. Pero este emprendimiento requería 2 millones y medio de dólares. Lo que equivaldría a 250 o quizás 300 millones de dólares de hoy en día, es decir, un montón de dinero.
Le pedí a Kaiser-Frazer que invirtiera medio millón, y me comprometí a formar un grupo de personas que invertirían dos millones. Creí que no sería muy difícil hacerlo. ¡Tenía varios posibles candidatos!
Sin embargo, cuando los abogados comenzaron a redactar los contratos, ¿dónde estaba en dinero? ¡En ningún lado!
Llegó el momento de firmar los contratos, pero yo no tenía el coraje para hacerlo. . . No podía dormir. Fue en ese momento en que recordé un relato que involucraba a mi difunto padre.
Mi padre no lograba decidirse si mudarse con su familia a Israel o no; entonces, recurrió al Rebe anterior de Lubavitch para pedirle su consejo. Y aquí estaba yo en Nueva York. Así que me dije a mí mismo: ¡Puedo ir a consultarle al Rebe en este preciso momento!
Efraim Ilin trabajando.
Era 1950, el Rebe anterior, Rabbi Yosef Yitzchak, había fallecido hacía pocos meses, y su yerno, el Rebe, no había aceptado aún el liderazgo, formalmente. No obstante, las personas ya recurrían a él para pedirle consejos.
Me puse en contacto con Pinye Althaus, un jasid de Jabad que yo conocía. En tan solo dos días, Pinye me consiguió una entrevista. Recibí un mensaje: "Debes estar en esta dirección a las 11.00". La dirección era la planta baja de un apartamento en algún lugar de Brooklyn.
Estaba emocionado de ver al Rebe. Sentí que estaba parado frente a un gigante. Y sin embargo, al mismo tiempo, era una persona tan maravillosa, tan buena, tan sabia.
Hablamos en tres idiomas: ruso, francés –que hablaba con fluidez– y hebreo. Estuve con él durante aproximadamente unos cuarenta minutos. Recuerdo que se mostró muy interesado por mi pasado en el Etzel (una organización judía militar secreta) y por mi experiencia en las prisiones británicas durante la Guerra de la Independencia, y por cómo había llegado a donde estaba hoy en mi vida.
Luego, le conté sobre la propuesta de la empresa automotriz. Como el Rebe se había formado como ingeniero, sabía más de autos de lo que yo podía saber. Recuerdo que dijo "Un auto contiene treinta mil partes. Eso no significa que se requieran treinta mil fábricas, ¡pero sí tres mil!".
El Rebe dijo: "¡Esta fábrica puede ser el cimiento de toda la industria en Israel!". Él vio el panorama general, a escala nacional.
Es preciso entender que una planta de ensamblaje automotriz es una escuela para, al menos, cincuenta oficios diferentes: metalurgia, pintura, carpintería, tapicería, etc. Esto era muy importante, porque los judíos llegaban a Israel directamente de los campos de concentración. No tenían la más mínima formación, eran sobrevivientes del Holocausto.
El Rebe agregó: "Veo que a lo largo de tu vida te has enfrentado a varios obstáculos, pero Di‑s estuvo contigo. Y Di‑s estará contigo, también, en el futuro. Y si por algún motivo las cosas no resultan, pase lo que pase, estarás entre tus hermanos judíos y siempre encontrarás la manera de sobrevivir".
No recuerdo sus palabras exactas, pero nunca me voy a olvidar de su sabiduría, de su bondad y de su forma calmada de hablar. Me invadió una sensación de inmensa tranquilidad.
Cuando me retiré, sentí como si me hubieran quitado una piedra muy pesada de encima de mi pecho. Sabía que iba a firmar esos contratos, y eso fue lo que hice.
Nuestra empresa despegó. En los primeros diez años, produjimos el 28% del producto bruto interno total de Israel. Nuestras exportaciones llegaron a la Argentina, Brasil, Colombia y, también, a Turquía, Francia, Escandinavia, Finlandia y Suecia. Incluso, llegamos a Sudáfrica.
El trabajo era enorme, los gastos también, pero fue gracias a eso que se creó la industria en Israel.
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