Cada tanto, suelo tener experiencias intensas que quedan en mi mente por un tiempo. Tuve una experiencia de este tipo con el Rebe de Lubavitch, Menajem Mendel Schneerson, de bendita memoria.
Había viajado desde New England hasta Brooklyn especialmente para reunirme con el Rebe. Las personas llegaban de todas partes del mundo para consultarlo, pero yo, que era una joven mujer de solo veinte años, lo sentía como un largo viaje.
Viajé para debatir algunos temas personales con el Rebe. Mientras estaba sentada en la sala de espera, tuve la posibilidad de poner en palabras mis preocupaciones por primera vez en meses, ya que sabría que pronto lograría obtener cierta claridad. Con la mente abierta, comencé a transponerme. Así, me encontré en un estado de conciencia entre el sueño y el desvelo. Comencé a soñar despierta y pensar qué le preguntaría al Rebe si pudiera disponer de un tiempo ilimitado con él.
Me vi sobresaltada por una conmoción y, aún aturdida, saqué un papel y garabateé las preguntas que habían aparecido en el sueño. Luego, guardé el papel en uno de mis bolsillos y prolijamente me olvidé de él, mientras tanto seguí esperando durante algunas horas más por mi turno.
Finalmente, el rabino Groner, uno de los ayudantes del Rebe, me hizo entrar. Todavía un poco mareada, me paré frente al escritorio de madera, mis piernas temblaban ante la presencia del Rebe.
Le pregunté por temas personales, y el Rebe los respondió durante veinte minutos. Un timbre sonó, señal de que mi tiempo había finalizado, por lo que comencé a retirarme. Luego el Rebe habló en idish, “Host nit kein andere frages?” [¿Tienes alguna otra pregunta?].
¡El Rebe me había recordado de aquello que yo misma me había olvidado!
“De hecho, sí”, balbuceé, y tomé el pedazo de papel.
Una a una, pacientemente, como si tuviera tiempo ilimitado, el Rebe respondió a cada una de mis preguntas.
En mi inexperiencia, no pensé en escribir sus respuestas inmediatamente. Aunque no las recuerdo exactamente, sí recuerdo las ideas clave.
Pregunta: ¿Cómo sabemos que la Torá es verdad? ¿Acaso no hay otras religiones que acusan ser revelaciones directas de Di-s?
Respuesta: En esas religiones, las expresiones de revelación Divina son hechas por una persona o un grupo reducido de personas. La entrega de la Torá, en cambio, tuvo lugar en presencia de todo el pueblo de Israel, aproximadamente, tres millones de personas entre hombres, mujeres y niños.
Por ejemplo, observemos la diferencia entre personajes históricos como George Washington y el mítico mago Merlín. En el caso de Washington, tenemos clara documentación que evidencia su existencia y detalla hechos de su vida. En contraste, cualquier mención de Merlín está nublada con incertidumbre y duda.
Pregunta: Si se presenta la posibilidad de hacer algo que es difícil y que va contra nuestra naturaleza y algo que es compatible con las habilidades humanas, ¿qué habría que elegir?
Respuesta: Ahora en particular, a medida que nos acercamos a los tiempos mesiánicos, uno debería seguir la directiva del Talmud de “jatof v´ejol” [toma y come]. Esto significa, que uno debería aprovechar cada oportunidad de realizar una mitzvá que se interpone en el camino, ya sea fácil o difícil.
Pregunta: ¿Por qué el Talmud dice que la bondad llevada a cabo por las naciones del mundo es solo para autoglorificación? ¿Acaso no hay gente altruista entre los no judíos?
Respuesta: ¡Seguro! Sin embargo, si la persona no está ordenada por Di-s para hacer el bien, entonces, la verdadera razón por la que realizan actos de bondad es, de alguna manera, para conectarse con su autoglorificación, incluso si es (aquella glorificación está en un nivel prístino como) solo la gratificación de sentirse bien.
El Talmud no se refiere a “Jasidei Umot Haolam” [los piadosos de las naciones del mundo]. La benevolencia de estos justos no está motivada por la autoglorificación, sino por una preocupación genuina por su prójimo.
Pregunta: ¿Por qué las leyes de separación de género son tan estrictas en la Torá?
Respuesta: El poder potencial de una relación hombre-mujer es como la energía atómica. Cuando se usa positivamente y de manera santa, no hay nada más poderoso y valioso en el mundo. Pero cuando se usa con descuido, y en un contexto no sagrado, puede ser la fuerza más destructiva que exista.
Aunque los asistentes del Rebe aparecieron en varios momentos durante mi audiencia para recordarme que mi tiempo había finalizado, el Rebe hizo saber que yo debía quedarme hasta que él pudiera responder todas mis preguntas. Salí casi una hora después, estaba profundamente movilizada por la atención que el Rebe había puesto en todas mis consultas.
Me resuena que tenía una quinta pregunta para el Rebe, pero no puedo recordarla. Durante cincuenta años he tratado de recordarla, pero hasta ahora, no tuve éxito. Quizá, así es como debe ser.
A lo largo de mi vida, siempre me he formulado muchas preguntas, y fui sumergiéndome cada vez más profundo en la sabiduría de la Torá. Quizá, la quinta pregunta olvidada haya sido el motor detrás del trabajo de mi vida: buscar nuevas perspectivas y presentar la verdad de la Torá a un mundo curioso.
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