Plus ça change, plus c’est la même chose: cuanto más cambian las cosas, más iguales permanecen. A pesar de que el pueblo judío se encuentra disperso por todo el mundo, inmerso en una amplia variedad de culturas diferentes, algo que no ha cambiado es su dedicación y empeño hacia las enseñanzas de Rashi, acrónimo de Rabí Shlomó Itzjaki, un sabio francés del siglo XI.

A diferencia de Moshé, Rashi no recibió la Torá de Di-s en el monte Sinaí, ni fue reverenciado como un profeta. Sin embargo, 900 años después de su muerte, judíos de todas las edades y convicciones buscan su inspiración semanal en los comentarios de Rashi sobre la Torá. Y él sigue siendo el principal exponente del Talmud, el libro central del legado intelectual del judaísmo. Los comentarios de Rashi han adquirido tal importancia que resulta imposible separarlos del texto. Nadie estudia la Torá sin estudiar los comentarios de Rashi. Por lo tanto, se ha convertido en el padre de todos los comentaristas. En palabas de Nahmánides, “Él (Rashi) tiene el derecho de los primogénitos”. (En relación a Deuteronomio 21:17)

Incluso durante su vida, su fama se expandió más allá de las fronteras del norte de Francia y de las provincias alemanas del Rin. Poco después de su muerte, comenzó a ser conocido no solo en Provenza, sino también en España y en los países del este. Exégetas españoles, entre ellos Abraham ibn Ezra y Nahmánides, y talmudistas como Zerajia de Gerona, reconocieron su autoridad (a pesar de contradecir sus opiniones con frecuencia).

Otra prueba del éxito de Rashi es que sus comentarios sobre la Torá constituyeron el primer libro hebreo impreso (en Regio en 1475) y de ahí en más, casi todas las biblias hebreas se han impreso con sus comentarios.

Y si el mérito de un trabajo es proporcional a la actividad que evoca y a la bibliografía a la cual da origen, pocos textos pueden superar aquellos de Rashi. Solamente en relación a los comentarios a la Torá de Rashi existen otros 300 libros publicados sobre “comentarios extras”, que reevalúan sus palabras y sus comentarios en relación al Talmud y han alentado incluso más análisis y debates.

Por lo tanto, luego de 900 años, la pregunta se torna aún más consistente: ¿cómo consiguió Rashi tanto éxito y reconocimiento?, y ¿qué podemos aprender del acercamiento de Rashi en nuestra vida cotidiana?

Un maestro de lo simple

El tema central de la vida y enseñanza de Rashi era la simplicidad. No poseía una educación secular formal. Tampoco escribió ningún libro filosófico trascendente. Sus escritos no estaban llenos de controversia. Su objetivo era esclarecer los textos de la Torá, con un acercamiento menos académico, para que las personas pudieran estudiarlos adecuadamente. No poseía un estilo propio ni dio origen a una nueva corriente de pensamiento, pero representó al judaísmo de la forma más simple y profunda.

La cualidad principal de Rashi era su perfecta claridad: sus explicaciones siempre parecían adecuadas. Rara vez planteaba cuestiones propias, sino que solía anticiparse a las dificultades que sus estudiantes podrían enfrentar y les proveía soluciones concisas. Sin embargo, no por ello era menos riguroso con sus enseñanzas. Una sola palabra suele alcanzar para resumir una observación o para anticipar una pregunta.

A simple vista, Rashi parece deberle su éxito a haber tomado varios textos clásicos y haberlos hecho accesibles a una gran cantidad de lectores.

Como judíos, sin embargo, hemos aprendido a percibir el éxito dentro de un contexto más amplio de asistencia y aprobación divina. Tal como Moshé le advirtió al pueblo judío antes de ingresar a la tierra de Israel: “Dirás en tu corazón: ‘Solo mediante la fuerza de mis propias manos he conseguido mis riquezas’. Sin embargo, debes recordar que Di-s, tu señor, es quien te ha dado la capacidad para conseguir esas riquezas” (Deuteronomio 5:17).

Por lo tanto, el éxito sin igual de Rashi fue una clara señal de aprobación divina, tanto de su trabajo como de su carácter.

El judaísmo comprende tres formas inseparables de amor: el amor por Di-s, el amor por la Torá y el amor del pueblo judío a toda la humanidad. La debilidad en cualquiera de estos tres amores disminuye cualquiera de los otros. Considero que fue la dedicación excepcional de Rashi hacia las tres formas de amor lo que impulso su ascenso.

El sorprendente calibre ético de Rashi ha sido documentado de forma extensa. A pesar de haber sido un erudito por excelencia, Rashi no se permitía descuidar las necesidades de sus compatriotas judíos y por ende mantuvo un rol activo dentro de su comunidad, tal como puede observarse mediante los numerosos responsa que perduran hasta la actualidad.

Lo que parece menos perceptible es el hecho de que las obras escritas de Rashi también se vieron motivadas por el profundo amor que tenía por el pueblo judío y no simplemente por su amor a la Torá. La mayoría de los autores suelen ser eruditos que desean publicitar y eternizar sus propios puntos de vista. Incluso si un libro está escrito pensando en el lector, el autor no resigna completamente su propio interés en pos de beneficiar a sus lectores, sino que intenta llegar a un punto medio para complacer los intereses del lector y los propios.

Sin embargo, Rashi se destaca por encontrar su motivación en las necesidades del lector. Su único interés parecía ser que los judíos pudieran estudiar su legado adecuadamente, motivo por el cual se aferraba a las interpretaciones más sencillas. Pasaba por alto aquellos temas que consideraba podían llegar a confundir al lector y nunca se permitía ceder ante la academia, ya que ¿cuál sería el objetivo de explayar sus proezas intelectuales si de hacerlo excluiría a los estudiantes menos adeptos? (por supuesto, en sus responsa, cuando era necesario, Rashi exponía sus pensamientos originales y sus análisis exhaustivos sobre temas profundos, lo cual nos da una pauta más precisa de cuánto debe haberse limitado al momento de escribir sus comentarios).

Otro punto ejemplar es que los comentarios de Rashi sobre la Torá, los cuales fueron escritos en primera instancia para niños, datan del último tiempo previo a su muerte, luego de haber escrito la mayoría de sus comentarios sobre el Talmud. Uno creería que, luego de explicar el Talmud, Rashi hubiera avanzado en dirección a un tema más complejo o esotérico, a fin de expandir su carrera académica. Pero, una vez más, Rashi optó por incluir en vez de excluir,1 y eligió escribir un comentario simple de la Torá para asegurarse de que todos los niños judíos pudieran apreciar su legado desde una edad temprana.

Por lo tanto, sumado a su amor por la Torá, los escritos de Rashi están impregnados de amor y preocupación por el pueblo judío y esto, a mi entender, fue lo que garantizó la aceptación divina que hizo exitosa su empresa.

Críticas a Rashi

Si bien la grandeza de Rashi ha sido aceptada mundialmente, existe un área puntual en la que ha sido bastante criticado. Hay quienes sugieren que Rashi no poseía un “método científico”. Al parecer, no utilizaba un acercamiento sistemático al momento de escribir sus comentarios, ni tampoco parece haberse adherido de forma rigurosa a ningún principio de fondo.

Peor aún, la única “declaración de objetivos” que Rashi plantea (en sus comentarios sobre la Torá), luego la desestima. Con relación a Génesis 3:8, Rashi escribe: “solo he podido explicar el significado literal de la escritura”; sin embargo, a posteriori, vemos una innumerable cantidad de veces en las que Rashi abandona el enfoque literal (al cual se adhieren muchos comentaristas), en pos de una interpretación midráshica, absolutamente no literal.

Por último, a Rashi parece habérsele perdonado su aparente inconsistencia, ya que su mezcla entre pshat, la interpretación literal, y drash, la interpretación homilética, agrega profundidad a sus comentarios y conecta al lector con un aspecto más místico del pensamiento judío. En defensa de Rashi, varios sostienen que no fue su intención limitarse a una interpretación exclusivamente literal, sino a ideas más simples y directas que se encontraban en la tradición midráshica.

Sin embargo, la “declaración de objetivos” de Rashi, que a primera vista parece proponer un acercamiento estrictamente literal a los textos, ha resultado a la mayoría de los estudiosos un tanto inconsistente.

Otro ejemplo de la aparente falta de sistematización de Rashi es el hecho de que muchos aspectos centrales, que son eje de extensos comentarios de casi todos los autores, no son abordados por él. A propósito del episodio en el que los judíos adoran el becerro de oro unos días antes de presenciar la revelación divina, todos los comentaristas parecen quedar perplejos, mientras que Rashi permanece en silencio. Y la lista continúa. Existen cientos de esas lagunas en los comentarios de Rashi, que parecen ser prueba fiel de su falta de método.

Evaluar nuevamente a Rashi después de 860 años

A pesar de lo improbable que esto parezca, el entendimiento clásico de Rashi ha sido puesto a prueba y revisado en profundidad durante los últimos 40 años.

En 1964, el rebe de Lubavitch comenzó su campaña de alrededor de 800 charlas públicas que duro más de 25 años, en las cuales abordaba los comentario de Rashi sobre la Torá. El objetivo principal del rebe, a mi entender, era exponer la falacia en torno a la concepción popular de que Rashi carecía de un “método científico”. En cada charla, el rebe ofrecía una interpretación nueva de algún comentario de Rashi, basándose en principios que él había seguido aparentemente al momento de escribir sus comentarios. Cada charla se entrelazaba con la anterior, de forma tal que paulatinamente iban ensamblando una imagen totalmente acabada de los comentarios de Rashi y de su sistema exegético de la Torá.

Muchos de los presentes recuerdan cómo las “charlas sobre Rashi” constituían el momento más destacado de cada shabat por la tarde, a fines de los sesenta y principios de los setenta.2 Invitados de honor que pasaban tiempo en Crown Heights se sorprendían al encontrarse con discusiones de tal calibre académico sobre los “principios científicos” de Rashi entre jasídicos en las tardes de shabat. Al poco tiempo comenzó a difundirse la información entre los círculos rabínicos del mundo entero de que el rebe de Lubavitch estaba en proceso de formular un nuevo y destacado acercamiento al estudio de Rashi.

Por supuesto, no todos acordaban con dicho acercamiento, pero sin embargo resultaba imposible para cualquier erudito ignorar el caudal de nuevos comentarios que se estaban investigando meticulosamente. También resultaba imposible no reparar en lo original de tal investigación, en el carácter racional de la presentación y en la lucidez y pasión con la que era expuesto el tema.

De más está decir que este nuevo enfoque para entender a Rashi se convirtió en “el chisme del barrio” entre muchos círculos. Cuando se sabía previamente cual sería el tema de la charla del Rebe, cientos de seguidores esperaban con ansias saber cómo sería abordado. En años posteriores, surgieron una gran cantidad de periódicos de la academia, en los que los estudiantes analizaban estas nuevas interpretaciones de Rashi, y en sus charlas, el rebe solía referirse a esos artículos.

Mientras que todas las charlas fueron publicadas casi inmediatamente en forma de transcripción (palabra por palabra), cientos de ellas fueron exhaustivamente revisadas por un grupo de eruditos de Jabad que analizaban nuevamente los argumentos conforme a criterios estrictamente académicos y reconstruían la charla en forma de publicación académica, acompañadas de numerosas notas al pie (posteriormente publicadas en los 39 volúmenes de Likutei sijot). Dicho equipo trabajaba junto al rebe, quien editaba el escrito varias veces y supervisaba el proceso. Según el testimonio de uno de sus asistentes personales, el rebe solía dedicarle unas 18 horas semanales a esta tarea.

En 1980, rabí Tuvia Bloy publicó una colección de “principios científicos” de los comentarios de Rashi sugeridos por el rebe, en el cual destacaba 207 principios. A pedido del rebe, Bloy preparó un segundo volumen, más completo, cuyo resultado fue una segunda edición, en 1991, en la cual se identificaban 389 principios.3 (Otro académico me comentó en privado que él había identificado más principios en las charlas del rebe solamente acerca del libro del Génesis).

Mi incursión en el tema fue bastante posterior. Habiéndome criado fuera del marco Lubavitch, mi acercamiento llegó a principios de los noventa, cuando comencé a frecuentar varios amigos del movimiento jasídico Lubavitch, y así fue como comencé a estudiar las “charlas sobre Rashi”. Más allá de la claridad académica de las charlas, lo que me inspiró fue el coraje intelectual del rebe para evaluar nuevamente el entendimiento clásico de textos de 850 años de antigüedad. Al igual que me inspiró la fortaleza de sus convicciones. El rebe parecía ser bastante ortodoxo respecto de su admiración por los comentarios clásicos y su respeto por la tradición. Sin embargo, al mismo tiempo, de sus análisis surgía un enfoque totalmente nuevo y refrescante. Sus resoluciones eran siempre brillantes y a la vez sencillas. A medida que surgían nuevas preguntas y aparentes fallas en el razonamiento de Rashi, daba la sensación de que “sería imposible salir de ese embrollo”; pero cuando finalmente surgía la respuesta resultaba algo tan obvio que uno no podía entender como no se le había ocurrido antes. Nunca soñé con seguir una carrera rabínica (o un estilo de vida rabínico, para el caso), pero las charlas sobre Rashi me proporcionaron un acercamiento académico casi irresistible debido a la armonía de sus detalles, su rapidez y su genialidad, que nunca antes había experimentado en otra área de la academia.

Siempre me perturbó el hecho de que esas charlas fueran tan brillantes y sin embargo no estuvieran disponibles para los lectores de habla inglesa. Durante diez años ideé y paulatinamente llevé a la práctica una forma de hacerlos accesibles –al igual que muchas otras de las fascinantes ideas del rebe– para el público en general. Así, en 2002 surgió la “edición Gutnick” de la Torá, y este año –a 900 años de la muerte de Rashi y 40 desde que el rebe comenzara con sus charlas– finalmente se publicó. Los cinco volúmenes abarcan unas 1600 páginas y contienen la adaptación de aproximadamente 500 charlas sobre Rashi junto con otras 500 charlas del rebe. También incluye una traducción nueva de la Torá, que es la primera en incluir la mayoría de los comentarios de Rashi en el texto propiamente dicho, y más de 80 fuentes clásicas que han sido antologadas a modo de un comentario continuo. De más está decir que el solo hecho de incluir tales figuras en mi escrito me hace “regocijarme con temblor” (Salmos 2:11).

Los principios de Rashi

Probablemente ya hayan notado que el “método científico” de Rashi es un tema bastante amplio y con una lógica algo compleja, pero en las líneas restantes intentaré hacer un breve acercamiento a la mente “científica” de Rashi, de la cual ya hemos tomado conciencia.

Si bien no podremos abordar los 389 principios, sí es posible destacar algunos puntos, incluyendo las críticas en contra de Rashi expuestas anteriormente:

1. Ausencia de introducción. El motivo por el cual Rashi no escribió una introducción para sus comentario no es la falta de una metodología seria, sino que sus escritos estaban dirigidos a niños que, a su entender, aprenderían los principios a medida que se fueran presentando. Los adultos pueden aprender primero la teoría y luego ponerla en práctica, pero cuando se trata de niños, el aprendizaje se realiza mediante la experiencia y no a raíz de conceptos abstractos.

2. Falta de adhesión a su objetivo primordial. Quizás el “eje central” de las discusiones de todas las charlas del rebe es que Rashi sí se adhería de manera estricta y fiel a su objetivo primordial, que era “explicar el significado literal de las escrituras”. En incontables oportunidades, la charla comenzaba con un caso sobre el cual muchos comentaristas parecían haber ofrecido una interpretación literal, mientras que Rashi parecía haberse “desviado” hacia lo alegórico, lo milagroso o hasta lo místico, desafiando aparentemente su objetivo principal.

El rebe sostenía que este no era el caso en absoluto. El problema radica en la distinción entre una interpretación literal y una no literal. A diferencia del drash (la interpretación no literal) que no precisa mostrar ningún tipo de consistencia entre un versículo y el siguiente, el pshat (la interpretación literal) es un sistema único y unificado que debe ser consistente a lo largo de toda la Torá. Cada detalle debe ser una progresión lógica de aquellas que la precedieron y cada frase o idea debe encajar en el contexto. Más aún, cada evento o acción debe responder a un razonamiento exhaustivo. A menos que se indique lo contrario, un viaje debe durar un cierto tiempo, una guerra solo puede ganarse por medio del uso de armas poderosas, y las leyes de la naturaleza, por lo general, prevalecen.

Por ende, si a simple vista pareciera ser que Rashi rechaza la interpretación más simple de otros comentaristas y plantea una interpretación menos literal es porque, en contexto, la respuesta que parece ser más sencilla resulta inconsistente con otro versículo o frase, o porque la solución midráshica resulta imprescindible para atar algunos “cabos sueltos”. Por ende, debemos “ampliar nuestro espectro” para descubrir cómo los comentarios de Rashi resultan necesarios para mantener la consistencia general unificada de la interpretación literal.

A modo de ejemplo, consideremos el comentario de Rashi de Éxodo 4:20, en el cual se describe cómo Moshé emprende el regreso a Egipto con toda su familia montada a lomo de burro, para redimir al pueblo judío. Rashi comenta que se trata de un “burro particular”, el mismo que Abraham utilizo al momento del sacrificio de Itzjak, y el mismo que utilizará el mashíaj al momento de su revelación. Ahora bien, a simple vista, esto parece una interpretación completamente alejada de la literalidad, lo cual no parece encajar en un trabajo que pretende “explicar el significado literal del texto”. Sin embargo, el rebe explica que si “ampliamos nuestro espectro” de entendimiento, y consideramos el pasaje anterior, resulta evidente que Rashi hace referencia a este midrash a modo de respuesta a un problema literal sin resolución. En los versículos 10-17, Moshé intenta rechazar su misión argumentando que a) Di-s debería enviar a su hermano Aarón, o b) ya que Moshé no fue destinado a la redención final, Di-s debería enviar directamente al mashíaj en su lugar. Cualquier lector astuto, sin embargo, se daría cuenta de que Di-s nunca responde ante las quejas de Moshé. Simplemente leemos que Di-s se enoja, lo cual hace callar a Moshé. Pero, ¿cuál fue la respuesta a los aparentemente válidos argumentos de Moshé?

Para responder de forma literal a este problema, Rashi nos enseña que Di-s le envía a Moshé un “burro particular” para su misión, que fue el mismo que utilizó Abraham y el que utilizará el mashíaj. De esta forma Di-s estaba intimando a Moshé: “No quieres aceptar esta misión porque crees que tu hermano es más importante. ¿Por qué no aprendes de Abraham, quien no me cuestionó? Y me pides que envíe al mashíaj en tu lugar porque crees que no estás conectado de forma alguna con la redención final. ¡Te equivocas! El mashíaj solo llegará porque tú iniciaste el camino de la redención”. (Ver Likutei sijot, vol. 31, pp. 15-19).

Este es solo uno de los cientos de ejemplos de cómo un comentario de Rashi que a simple vista parece ser disonante y alejado de la literalidad es, de hecho, el necesario para asegurar una consistencia unificada en la narrativa a nivel literal.

3. Las lagunas en los comentarios de Rashi. Respecto del hecho de que Rashi no fue capaz de explicar muchas cuestiones clave del texto, el rebe nos ofrece una respuesta maravillosa que nos remonta a los orígenes de nuestra discusión: el amor de Rashi por el pueblo judío. Como el maestro de excelencia que era, Rashi se preocupaba por impartir su conocimiento en, por así decirlo, cómodas cuotas a sus alumnos. Recibir demasiada información puede resultar tan peligroso como recibir muy poca, ya que aquel alumno que no debe esforzarse no mejorará sus capacidades.

Por ende, sumado al hecho de guiar al lector con mucha información útil, Rashi también se preocupaba por no resolver demasiados problemas para los lectores. Si Rashi percibía que el lector podía llegar a resolver cierto tema utilizando su conocimiento previo (de un versículo o un comentario anterior) y aplicando la lógica, entonces, en pos del crecimiento genuino del lector, Rashi permanecía en silencio.

Respecto de este tema en particular, el rebe explica cuántas de las aparentes “omisiones” de Rashi en verdad no precisan un comentario al respecto, ya que el lector puede inferir la respuesta por sí mismo utilizando simplemente los conocimientos previos que Rashi ya ha expresado en comentarios anteriores, sumado a un poco de esfuerzo y bastante sentido común.

4. El mensaje cabalístico de Rashi. El último punto que no puede quedar sin mencionar es la observación respecto de que los comentarios de Rashi a la Torá contienen una referencia indirecta a ciertos conceptos de la cabalá. No queda claro si esto fue intencional o no, pero sí sabemos por medio de la tradición que Rashi ayunó 613 veces antes de escribir sus comentarios a la Torá, y por ende fue merecedor de cierto grado de inspiración divina, lo cual podría explicar el motivo de la aparición de ciertos conceptos místicos entre sus palabras.

La presencia de estas ideas cabalísticas llevaron al rab Shnueur Zalman de Liadi a decir que “los comentarios sobre la Torá de Rashi son como ’el vino de la Torá’. Abren el corazón y revelan el amor y el miedo genuino a Di-s”, y en muchas de sus charlas profundiza este punto demostrando la presencia de enseñanzas cabalísticas y jasídicas subliminales en las palabras de Rashi.

En mérito de nuestro estudio de la Torá en general y de Rashi en particular, quiera Di-s que pronto presenciemos la construcción del tercer templo –el cual, según Rashi, ya está construido en los cielos y está esperando descender a la tierra– con la llegada del mashíaj prontamente en nuestros días.