Cuando el Rebe era un niño, antes de que su padre fuera nombrado Rav en Yekatrinoslav, su familia vivía en Nikolayev. Una vez estalló un progrom. Temerosos del peligro, los Judíos se escondieron hasta que el riesgo pasara. Su madre lo llevó con sus hermanos a un refugio, donde se juntaron muchas otras mujeres y niños.

Algunos de los niños aterrorizados comenzaron a llorar fuertemente. Esto era muy peligroso, porque sus llantos podían conducir a los perseguidores hasta el escondite. Mientras que todos los demás estaban paralizados por el miedo, el Rebe que tenía menos de cinco años en esa época, tranquilamente apaciguó a los niños que lloraban, uno a uno, con una caricia en la mejilla, un dedo a la boca y así por delante, hasta que la calma fue restablecida.