“De todas mis experiencias de yejidut,” relata Rabbi Yehudah Leib Posner, la que más recuerdo no fue sólo para mí. Durante la primavera de 1965, yo era el ayudante principal de una escuela primaria para niñas, en Vineland, New Jersey. Había estado tratando de dirigir a las graduadas del octavo grado para que se matriculen en colegios secundarios religiosos. Sugerí que ellas visitaran la ciudad de Nueva York y se informaran sobre las diferentes oportunidades educacionales disponibles para ellas allí: Beit Rivka, la escuela secundaria de Lubavitch para niñas, las escuelas Beit Yaacov y otras.”
“Organizé un viaje a Nueva York un domingo con una parada en Crown Heights y un tour por la escuela Lubavitch. Luego llamé a la oficina del “770” y arreglé con el secretario Rabbi Shalom Mendel Simpson para concertar que las niñas se encuentren con el Rebe en yejidut el domingo a las 3:00 de la tarde.”
“El viaje fue muy agradable y a las 2:45pm del domingo estábamos esperando afuera de “770.” Sin embargo, en la oficina me dijeron que el Rebe, sin motivo alguno, no había sido informado de la cita. Rabbi Simpson nos pidió que esperáramos un rato y luego anunció que las niñas podrían ver al Rebe después de minjá a las 3:15.”
“Era Pesaj Sheni, la fiesta menor instituida para permitir a todos aquellos quienes no habían ofrecido un sacrificio en Pascuas, compensar trayendo una ofrenda en esa fecha. El Rebe habló a las niñas acerca de la lección que uno puede aprender de esta fiesta, que ‘Es iz nito kein farfal'n'—Nada está perdido para siempre; hay siempre una oportunidad para compensar.”
"Después de que el Rebe terminó de hablar a las niñas, yo pedí una oportunidad para una yejidut personal y el Rebe consintió.”
“Después, me maravillé de cuán gran excepción el Rebe había hecho para conceder a las niñas un yejidut con tan corto aviso. Tenía curiosidad por saber cuánta anticipación era necesaria para programar un yejidut. Pedí a Rabbi Símpson si él podía concertar un yejidut para mí en un futuro próximo. Rabbi Simpson sacudió la cabeza.”
‘“Por supuesto, no me refiero para mañana o para el día siguiente’, dije rápidamente totalmente conciente de la fila de espera para yejidut. 'Tenía en mente aproximadamente seis semanas desde hoy.’”
“Rabbi Simpsom sacudió la cabeza nuevamente. ‘Está absolutamente lleno. No hay oportunidades hasta después de Sucot’.”
“Comprendí algo acerca de la elección de prioridades del Rebe. Para mí me había dicho que debería esperar por lo menos cinco meses para ser recibido en yejidut. Pero cuando seis jovencitas podrían posiblemente ser influenciadas en su elección acerca de la educación secundaria, el Rebe se tomó tiempo en el medio del día para hablar con ellas a pesar de la falta de notificación previa.”
Y las palabras del Rebe hicieron la diferencia. La mayoría de las seis niñas decidieron continuar su educación Judía.
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