El Rosh Yeshivá se disculpó con su anfitrión Rabbi Berl Rivfein, donde él permanecía cuando visitaba Nueva York. A pesar de que él compartía lazos familiares con su anfitrión, sin embargo, no compartía todos los intereses de Rabbi Rivfein.

“Sí, disfruté del davening en el “770” anoche y esta mañana. Gracias por invitarme, pero los farbrengen no son para mí. No estoy tratando de minimizar la profundidad y la amplitud de la sabiduría del Rebe, pero su estilo y la selección de los tópicos son diferentes de aquellos discutidos en nuestro mundo de la Yeshivá.”

“Me gusta pasar los Shabat de tarde enredado en un complicado texto Halájico o descifrando un pasaje difícil en las obras de Rambam. Además, no estoy acostumbrado al estilo de exposición del Rebe de los comentarios de Rashi de la Torá.”

Rabbi Rivfein no deseaba presionar a su huésped. Ellos pasaron el resto de la comida del Shabat discutiendo un complicado pasaje de Rambam. Como el farbrengen estaba por comenzar, Rabbi Rivfein dejó a su huésped absorto con el Rambam y se apuró para llegar a “770.” Logró llegar a su lugar cuando el Rebe estaba entrando al Beit Hamidrash.

El farbrengen comenzó como de costumbre y el Rebe elaboró sobre las lecciones que pueden ser deducidas de la porción semanal de la Torá y el significado espiritual de este Shabat, continuando con un profundo discurso jasídico y canto alegre.

Durante la melodía, Rabbi Rivfein notó a su huésped abriéndose paso a través de la multitud. Evidentemente, el Rosh Yeshivá había decidido asistir al farbrengen y los jasidim lo estaban ayudando a alcanzar el lugar de su anfitrión. El Rebe luego comenzó a discutir comentarios de Rashi.

Hacia la conclusión de esta charla, el Rebe explicó: “A la luz de todo lo anterior, uno puede también explicar un pasaje difícil en el Rambam..." Rabbi Rivfein y su huésped intercambiaron miradas. Este era el mismísimo pasaje que ellos habían estado estudiando. El Rosh Yeshivá se inclinó hacia delante para escuchar cada palabra.

El estaba sorprendido al oir al Rebe clarificar la dificultad en unas pocas oraciones cuidadosamente expresadas. El estaba igualmente abrumado de que el Rebe había conectado este pasaje —aparentemente no relacionado a su discusión— justo en el momento en que él había llegado al farbrengen.

Aún intrigado por esta coincidencia aterradora, el Rosh Yeshivá se sorprendió más adelante cuando, después de terminar, el Rebe se dió la vuelta hacia él con una sonrisa y dijo: “No hay necesidad de estar sorprendido.”