Desde que los judíos salimos de Egipto, hace unos 3300 años, hemos vagado por todo el mundo. Ya sea por los pogromos, las expulsiones o debido a una inclinación innata al cambio. Hemos recorrido el globo entero en numerosas oportunidades a lo largo de la historia.

Quizá, esto sirva para explicar por qué nos identificamos con la sucá, una tienda temporal que sirve como vivienda, que puede montarse y desmontarse rápidamente y con facilidad en cualquier lugar. En cierta forma, la sucá representa el hogar judío: no está enraizada en un solo lugar, es fácil de construir, y los materiales que se requieren para su construcción son muy accesibles.

En ella, nuestra identidad judía se mantiene bien preservada. Sin embargo, cabe pensar que existe un significado más profundo en relación al mensaje de la sucá. Después de todo, la Torá nos desafía a que se convierta en nuestro hogar por una semana, justo al comienzo del año judío. De modo que lo que hacemos en los primeros días del año parece tener un impacto directo sobre cómo se desarrollará el resto, y la sucá no es una excepción.

Para construir una sucá kasher, se necesitan dos elementos primordiales:

1) Paredes firmes.

2) Un techo inestable.

Si las paredes de la sucá se mueven a causa del viento, puede que no sea kasher. Del mismo modo, si el techo de la sucá es impermeable, tampoco es kasher. Si la lluvia no atraviesa el techo de la sucá, entonces, no es apta.

Sin importar donde hayamos constituido nuestro hogar, los judíos siempre lo hemos construido siguiendo estos dos principios. Nuestras paredes deben ser sólidas. Lo que las personas hagan en la sociedad no nos incumbe, pero dentro de nuestros hogares nos encargamos de preservar y generar un entorno que nos sea propio. Nuestra identidad judía debe permanecer intacta, resguardada por las paredes robustas que nos definen sin importar dónde nos encontremos.

Y sin importar cuán difícil sea nuestra situación, siempre alzamos la mirada hacia el cielo. No existe techo ni límite para nuestro potencial ni para las oportunidades de cambiar y mejorar. En todo momento, somos conscientes de los claros que se abren sobre nuestras cabezas y que nos permiten soñar, trascender y triunfar.

Jag HaSucot Sameaj.