Estimados Lectores:

Esta semana leemos en la Torá sobre el engaño. Laban, el suegro de Iacob, le prometió a su hija Rajel y luego sin su consentimiento le entregó a Lea. La primera reacción de Iacob fue indignación, fue a reclamar a Laban por haber sido engañado en su buena fe. Pero después negocio con él, nuevos términos para que le entregue a su amada como mujer.

Lo más interesante de toda la historia es que Iacob a pesar de todo, no se divorcia de Lea, sino que forma con ella una familia, y convivio el resto de su vida con el “engaño”.

Quizás aquí hay una lección para todos nosotros. No hay nadie que esté libre de ser estafado o engañado, económicamente, en nuestros sentimientos, con nuestras relaciones, nadie es inmune al engaño, ni a los malos entendidos (“Yo te dije así” “Pero, yo entendí al revés”).

Hay dos formas de enfrentarnos a esta situación:

1. Amargarnos, llenarnos de rencor, pensar como vengarnos de la persona que nos lastimó. En general este enfoque lo único que hace es hacernos daño a nosotros mismos.

2. Ver la situación de cero nuevamente, aquello que ocurrió, quizás tenga un lado positivo que pueda aprovechar (siempre hay algo positivo, desde ya la experiencia que ganamos para evitar no ser engañados en el futuro), negociar nuevamente con la persona que nos engañó, y fríamente buscar la forma de salir lo mejor parados posible.

Es más fácil decirlo que hacerlo, pero si aprendemos a vivir con esta filosofía, seremos más felices y viviremos mucho mejor.

¡Shabat Shalom!

Rabino Eli Levy