El profeta Malaji dice: “Observa que te enviaré al profeta Eliahu antes de la llegada del grandioso e imponente día de Di-s”.

Eliahu aparecerá para proclamar la llegada del Mashíaj. Algunos dicen que llegará tres días antes de la revelación del Mashíaj. Otros dicen que llegará antes de la guerra de Gog y Magog , que precederá la llegada del Mashíaj.

En cualquier caso, el hecho de que Eliahu aún no haya aparecido no implica que el Mashíaj no vaya a venir en cualquier momento. Si hoy se nos considera merecedores de la redención, Di-s no la retrasará ni un solo minuto más.

Eliahu también cumplirá otras funciones importantes:

1. Traerá paz al mundo.

2. Rectificará el comportamiento de Israel, lo que causará su arrepentimiento y su retorno a Di-s.

3. Ordenará a los rabinos; un requisito necesario para el restablecimiento del Sanedrín (la suprema corte rabínica). (Para ser elegible para servir en el Sanedrín uno necesita ser ordenado por un individuo que pueda trazar la cadena de su ordenación hasta llegar a Moshé, quien ordenó a Ioshua y a los setenta ancianos. A lo largo del curso del exilio esta cadena se ha roto).

4. Resolverá disputas halájicas pendientes.

5. Le informará a cada judío a cuál de las doce tribus pertenece. (Su capacidad para establecer el linaje tribal de cada judío surge de uno de sus pasatiempos favoritos: ir a las circuncisiones. ¿Quién mejor para relatar el linaje de cada judío que alguien que estuvo en todas las circuncisiones judías?).

¿Por qué Eliahu?

Eliahu proclamará la futura redención porque personifica la esencia de la era mesiánica: la culminación del perfeccionamiento y la elevación de este mundo físico que alcanzamos a lo largo de milenios de exilio.

Un análisis de Eliahu explicará por qué, de todos los sabios y profetas, él fue elegido específicamente para ser el portador de las mejores noticias de la historia. Para entender mejor a Eliahu, vamos a yuxtaponerlo a Moshé, nuestro primer redentor.

Moshé:

Sobre el nacimiento de Moshé, la Torá nos dice que su madre, Iojebed, “vio que era bueno”. Nuestros sabios explican que ella percibió que con el nacimiento de Moshé todo el hogar se llenó de luz. En un nivel más profundo, el “hogar” hace referencia al cuerpo, a la morada del alma. Para la mayoría de la gente, la vida es una batalla constante entre el alma y su agenda espiritual, y el cuerpo con sus deseos y urgencias. Para esa gente, el desafío de la vida es trabajar en perfeccionar el cuerpo hasta que esté en armonía con el alma.

Con Moshé, este no fue el caso. El alma de Moshé era tan poderosa que, a pesar de haber descendido dentro de un cuerpo, su santidad permaneció intacta; su cuerpo no pudo contener la luz; nunca se correspondió con la intensidad de su alma. Las necesidades físicas de Moshé eran en cierto modo irrelevantes; su cuerpo era el mero vehículo a través del cual se comunicaba con el mundo su alma extraordinaria. Esta es la razón principal por la cual Iojebed estuvo embarazada de Moshé durante sólo seis meses: su cuerpo nunca se desarrolló por completo; sólo el alma era de suprema importancia.

Eliahu:

Nuestros sabios nos dicen que el periodo de gestación de Eliahu duró ¡doce meses enteros! Por supuesto que su cuerpo se desarrolló por completo –quizás hasta se desarrolló de más– y presentó un rival formidable para su alma y su agenda sagrada. A lo largo de toda su vida, Eliahu se vio obligado a luchar para alcanzar un estado de espiritualidad y perfeccionamiento. Se alude a su naturaleza “animal” nata en su mismo nombre, Eliahu, ¡que increíblemente tiene el mismo valor numérico que la palabra behema (animal)!

Sin embargo, a Eliahu no lo desalentó la magnitud del desafío. Persistió en su búsqueda de la perfección y tuvo éxito en el proceso. A tal punto fue así, que su cuerpo se volvió tan puro y espiritual como para poder ascender al mundo espiritual. Ni siquiera Moshé fue capaz de lograr esta hazaña, porque el perfeccionamiento del cuerpo nunca fue su objetivo.