El profeta Ieshaiau describe la era mesiánica como un tiempo milagroso. “El lobo morará con el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito; el becerro, el cachorro de león y el animal doméstico andarán juntos, y un niño los conducirá. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas, y el león, como el buey, comerá paja” (Ieshaiau 11:6-7). La Torá también promete (Vaikrá 26:6): “Eliminaré bestias dañinas de vuestra tierra”, lo que parece implicar un nuevo orden divino. Sin embargo, las palabras de nuestros sabios parecen contener mensajes contradictorios al respecto.
Por un lado, el Midrash y el Talmud están repletos de afirmaciones que tienen que ver con milagros fantásticos que durante la era mesiánica serán algo cotidiano. Por ejemplo: el Talmud (Shabat 30b) nos cuenta que durante la era mesiánica todos los días las mujeres darán a luz y los árboles producirán nueva cosecha, además de germinar pasteles ya listos e incluso prendas de vestir.
Por otro lado, el Talmud (Berajot 34b) afirma que “la única diferencia entre esta época y la era mesiánica es [que entonces acabará] la subyugación [del pueblo judío] a poderes extraños”.
El Rambam escribe (Mishné Torá, Leyes deMelajim 12:1) que la era mesiánica no estará caracterizada por fenómenos sobrenaturales. En cambio, él interpreta la profecía de Ieshaiau como alegórica: “Los judíos vivirán en paz con el más vil de los pueblos, comparable con leopardos y con lobos”. De manera similar, él interpreta que todas las afirmaciones midráshicas son alegóricas. Otros grandes sabios, sin embargo, están en vehemente desacuerdo con la interpretación que hace el Rambam de las profecías mesiánicas.
El punto de común acuerdo más aceptado es que la era mesiánica consistirá de dos períodos. Durante el primero, el mundo estará en paz y los judíos serán autónomos; pero todo operará todavía según las leyes de la naturaleza.1 El segundo período, que comenzará con la resurrección de los muertos, será milagroso por completo.2
Sin embargo, la perspectiva de saltear por completo el primer período y que el Mashíaj nos guíe de inmediato al segundo período sobrenatural es una posibilidad. La llegada del Mashíaj se describe, en palabras de los profetas, de dos maneras. Daniel dice (7:13): “Seguí mirando en las visiones nocturnas, y he aquí que con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre”; Zejariá (9:9), por otra parte, describe al Mashíaj como “humilde, montado en un asno”. El Talmud (Sanedrín 98a) reconcilia ambas profecías: “Si los judíos se lo merecen, entonces él llegará en una nube. Si no, lo hará montado en un asno”.
Esto implica que si hacemos méritos, seremos dignos de que el Mashíaj llegue de manera milagrosa y nos guíe de inmediato a una era de milagros.
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