Nuestros sabios nos dicen que “la recompensa por una mitzvá es la mitzvá misma”. Cada mitzvá hace que tanto el individuo que la lleva a cabo como el objeto con el que se realiza alcancen un cierto nivel de refinamiento y espiritualidad. Este efecto permanece, sin embargo, invisible a la vista y a los sentidos. La verdadera recompensa por cumplir con las mitzvot se alcanzará cuando se suba el telón y al fin veamos y apreciemos todo lo que hemos logrado en los miles de años durante los que las hemos cumplido con fidelidad. Esto se puede comparar con el artista que ve su pintura terminada, la “recompensa” por todas las horas que invirtió en la obra de arte.
Esto sucederá durante la etapa inicial de la era mesiánica. En ese momento seremos elevados al estado espiritual en el que estaban Adam y Javá antes de comer del Árbol de la Sabiduría. Habremos pulido con elegancia nuestros sentidos espirituales y se nos liberará de la lucha entre el bien y el mal que hoy nos acompaña todos los días. Esta recompensa, resultado directo de nuestro esfuerzo de años, será por completo merecida.
Pero Di-s promete que la recompensa por nuestros esfuerzos no se limitará a lo que nos hemos ganado de manera directa, a lo que es humanamente posible de alcanzar. Durante la era de la resurrección, la segunda era mesiánica, se nos dará una recompensa que sólo puede ser vista como un regalo de lo alto, porque su grandeza será tal que los esfuerzos humanos finitos jamás podrían merecer semejante recompensa.
Según las enseñanzas cabalísticas, nuestra relación con Di-s tiene tres etapas:
1. Hoy en día, podemos saber que él existe y podemos percibir sus actos, pero no comprendemos en absoluto su naturaleza; como un individuo que es ciego de nacimiento e intenta percibir colores.
2. Durante el primer periodo de la era mesiánica obtendremos los sentidos espirituales necesarios para apreciar y comprender su divinidad; pero esto se limitará a ciertas manifestaciones y expresiones restringidas de Di-s. Su esencia, por completo infinita y trascendental, permanecerá imprecisable, sin importar lo alto que lleguen la mente y el corazón humano.
3. Durante la era de la resurrección seremos capaces de relacionarnos por completo con la esencia misma de Di-s, ¡e incluso de comprenderla en términos intelectuales! Por supuesto que esto es algo imposible, pero será un regalo de Di-s, que es quien determina qué es “posible” y qué es “imposible”, y por ende es libre de manipularlo a su voluntad.
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