Su hija le pregunta si debería probarse para el equipo deportivo. Él piensa que ella no está en condiciones. Quiere protegerla del fracaso. Entonces le dice que no lo intente. Le dice que será demasiado difícil, que el deporte no es tan divertido de todas formas, que será mucho más feliz si hace otra cosa.

Un empleado le da una brillante idea nueva. A él le encanta la idea, pero no cree que su equipo pueda llevarla a cabo con éxito. Les dice que es demasiado arriesgada, demasiado trabajosa, y que al fin y al cabo no es una buena idea.

Él se comporta como los espías bíblicos.

El viaje de los hijos de Israel por el desierto dio un giro desastroso cuando le pidieron a Moshé que enviara espías a Canaán para investigar la tierra y a sus habitantes. Moshé seleccionó a 12 líderes, uno por tribu, y los envió. Cuando regresaron, informaron a Moshé y al pueblo que, a pesar de lo que Di-s aseguraba, no sería posible conquistar esa tierra:

Fuimos a la tierra a la que nos enviaste, y abunda la leche y la miel, y esta es su fruto. Sin embargo, el pueblo que habita la tierra es poderoso, y las ciudades son muy grandes y están fortificadas, y allí vimos incluso a los hijos del gigante. […] No somos capaces de luchar contra ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros.

Difundieron un (maligno) informe acerca de la tierra que habían investigado, y dijeron a los hijos de Israel: “La tierra que fuimos a explorar es una tierra que devora a sus habitantes”.

Casi todos los comentadores hacen la misma pregunta: ¿Cómo es posible que los espías perdieran por completo la fe luego de experimentar todos los milagros del Éxodo de primera mano? ¿Cómo es posible que hombres grandiosos, seleccionados por Moshé, no pudieran mantener su fe en Di-s?

Quizás podemos conjeturar que los espías nunca perdieron la fe en Di-s ni en su capacidad de realizar milagros. Confiaban en Di-s, pero no confiaban en el pueblo.

Claro, pensaron, Di-s es perfectamente capaz de hacer milagros si así lo desea. El problema, pensaron los espías, era que no había manera de que el pueblo permaneciera leal a Di-s y mereciera su protección. Entonces concluyeron que conquistar Canaán era imposible, porque el pueblo no estaba a la altura de la tarea.

Con la intención de proteger a su amado pueblo del fracaso, los espías reaccionaron como el padre que desalienta a su hija para resguardarla de frustraciones. Dijeron que la tarea era demasiado difícil: “No somos capaces de luchar contra este pueblo, porque es más fuerte que nosotros”. Dijeron que, antes que nada, la tierra no era siquiera deseable: “La tierra que fuimos a explorar es una tierra que devora a sus habitantes”.

Los espías pueden haber actuado por amor, pero fallaron la misión y le fallaron al pueblo al que debían servir. En momentos de desafíos, un líder debe ponerse de pie, inspirar, enseñar, alentar y mostrarles a los demás cómo descubrir las reservas de fe, coraje y fuerza que se esconden dentro del alma.

Todos somos líderes en nuestro círculo de influencia. Nuestra familia y nuestros amigos acuden a nosotros en busca de orientación. Debemos recordar nunca subestimar ni desalentar del modo en que lo hicieron los espías, porque debemos ser siempre como Moshé, Ioshúa y Caleb, que creían en el pueblo y buscaban descubrir los tesoros escondidos dentro de la profundidad de su alma.