Todos hacen chistes acerca de Noé y su Arca. Luego está el de Noé siendo el primer manipulador de la bolsa en la historia — ¡el puso a flote una companía mientras todo el mundo estaba siendo hundido!
El Rebe veía a Noé mucho más seriamente. Noé era un sobreviviente.
Noé fué salvado del destructivo diluvio que se tragó al mundo y su mayor contribución es que se propuso reconstruir ese mundo. No leemos que se sentó a llorar, retorciéndose las manos con desesperación, aunque estoy seguro que tuvo sus momentos. El hecho crítico que la Biblia registra es que luego que Noé emergió de su refugio flotante, él empezó la tarea de reconstruir, a partir de cero, un mundo hecho añicos. Puso manos a la obra y lenta pero seguramente, la sociedad fué generada nuevamente.
Hace sólo una generación una gran inundación barrió nuestro mundo. El plan de los Nazis era para la Solución Final. Cada Judío en la tierra estaba destinado a ser aniquilado y los Nazis ya estaban planeando su Museo de la Extinta Raza Judía. Ningún Judío debía sobrevivir. Así, aún todos nosotros, nacidos después de la guerra, somos sobrevivientes también. Incluso un niño Judío nacido ésta mañana, es un sobreviviente — ya que de acuerdo con el plan de Hitler, que trágicamente casi resultó exitoso, el o ella no estaba destinado a vivir.
Esto quiere decir que cada uno de nosotros, como Noé, tiene el deber moral de reconstruir el mundo Judío.
Cuando yo estaba creciendo en Brooklyn, rezaba en un pequeño shul en Crown Heights donde uno de cada dos hombres en el minián (quorum para rezar), llevaba un número sagrado en su brazo. Eran presos de un campo de concentración y los alemanes les habían tatuado esos números en sus brazos. Tristemente, hoy, las filas de esos hombres han mermado mucho. Cada vez que uno de ellos levantaba su manga para ponerse los tefilín, el número nos era revelado. Ellos no parecían notarlo demasiado, como si no fuera algo especial, pero para mí eran héroes. No sólo por haber sobrevivido el infierno de Auschwitz o Dachau sino por mantener intacta su fe, por seguir viniendo al shul, rezarle a Di-s y ponerse Sus Tefilín.
Hoy en día como soy mayor y mas sensible a los sentimientos de padres e hijos, de familia y amigos esos hombres han subido aún más en mi estima. Se han convertido en super héroes. Después de todo lo que pasaron, fueron capaces de vivir otra vez vidas normales, de casarse o volver a casarse, traer niños a éste mundo, seguir con la vida, negocios, relaciones, son logros como para volverse loco.
Mi propio padre no estuvo en los campos pero es el único sobreviviente de toda su familia de Polonia. Hace unos años, grabó su historia y recientemente fué publicada en forma de libro — Desde Shedlitz a la seguridad: viaje de supervivencia de un jóven Judío. Nosotros, sus hijos, nunca habíamos sabido ni la mitad de lo que le había pasado. Cuando me lo imagino como un refugiado adolescente en Shanghai, China, descubriendo que su familia entera había sido eliminada y que estaba completamente sólo en el mundo, me erizo. ¿Cómo pudo seguir adelante? ¿Cómo conservó la cordura? ¿Cómo conservó su fe? Gracias a Di-s que lo hizo y que inició una familia otra vez, de otra manera yo no estaría aquí para escribir estas líneas. Mi propio padre se a vuelto un super héroe para mí.
El Rebe dice, que todos tenemos esa misma responsabilidad—porque todos somos sobrevivientes.
¿Quién traerá al mundo niños Judíos sino tú? ¿Quién si no tú estudiará la Torá? ¿Quién cuidará del Shabat? ¿Quién mantendrá a flote la escuela Judía? ¿Quién reconstruirá el mundo Judío sino tu y yo y cada uno de nosotros?
En las pequeñas comunidades de Sud África, donde tengo mi hogar, hay todavía pequeños grupos de Judíos dedicados, que se reunen en el hogar de alguno de ellos para tener un minían, o para servir como chevra kadisha para enterrar, a los Judíos fallecidos, de acuerdo a nuestra tradición. Estos no son rabinos, cantores o maestros de jeder. Son gente común. En la gran ciudad seguramente no estarían tan involucrados, pero en su pequeño pueblo saben que si ellos no lo hacen nadie lo hará
Necesitamos esa misma convicción dondequiera que estemos.
Demos gracias a Di-s por Su misericordia, porque nuestro mundo está, en gran parte, siendo reconstruído. Milagrosamente, los grandes centros de enseñanza Judía florecen hoy una vez más. Pero demasiados de nuestros hermanos y hermanas están todavía fuera del círculo. Cada uno de nosotros necesita participar. Todos somos Noés. Permítan que reconstruyamos nuestro mundo.
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