La longitud mínima de un lulav es de cuatro palmos, una más que la del mirto y la del sauce, y eso es así para que tenga la “longitud mínima para agitar.” Hay un vínculo especial entre el lulav y la agitación:

1) El servicio espiritual del alma en este mundo la eleva al nivel de “movimiento,” es decir, progreso real sin límite, en el que el nivel más alto es incomparablemente superior al del nivel más bajo. Se espera este progreso en la costumbre judía de bambolearse al aprender la Torá y rezar. El progreso ilimitado es posible únicamente por medio de la unión a la Divinidad, lo verdaderamente infinito. Ya que la verdadera unión fluye específicamente de involucrarse en la Torá, agitar algo también se refiere específicamente a el lulav, la cual representa aprender la Torá.

2) El movimiento de agitación representa una constante adición en el aprendizaje de la Torá. Como dicen nuestros sabios: “trabajar en la Torá e involucrarse en ésta, y agregar a esto cada día.”

3) Para comprender en verdad una opinión en la Torá se requiere argumentos y razonamiento: al inicio nos parece que la razón es “tal y tal”, pero luego decidimos que es diferente, y así la opinión pasa “de adelante hacia atrás” y la “agitamos” de un lado a otro hasta que llegamos a la verdadera conclusión.

(Likutei Sijot, vol. 4, p. 1162)