El rabino Moshé Kotlarsky, enérgico vicepresidente de Merkos L'Inionei Jinuj, el brazo educativo del movimiento Jabad-Lubavitch, falleció el martes 4 de junio de 2024 (27 de Iyar de 5784) tras una larga enfermedad. Tenía 74 años, cuatro días antes de cumplir los 75.

Kotlarsky desempeñó un papel decisivo en el crecimiento de la presencia mundial de Jabad. Con una personalidad entrañable y la capacidad de conectar fácilmente con los demás, Kotlarsky se reunió con miles de personas durante sus décadas de tantos viajes en nombre de Jabad-Lubavitch, sirviendo alternativamente como rabino, recaudador de fondos y amigo.

Kotlarsky se hizo muy conocido por su papel en el Kinus Hashlujim anual, o “Conferencia Internacional de Emisarios de Jabad-Lubavitch”, dirigiendo un ejército de planificadores, personal y voluntarios para garantizar que cada detalle del multitudinario evento fuera perfecto. Con el paso de los años, la red institucional de Jabad se amplió a casi 6.000 parejas de emisarios en más de 100 países de todo el mundo, y lo mismo ocurrió con el Kinus. Con el tiempo, su banquete se convirtió en la mayor cena de gala de la ciudad de Nueva York, superando la capacidad de todas sus instalaciones. En 2023, más de 6.500 emisarios de Jabad y sus invitados se reunieron en el Centro de Convenciones de Nueva Jersey.

Kotlarsky presentaba el banquete todos los años, pasando lista a los emisarios de Jabad por países y estados, y haciendo un cierre memorable con un llamamiento al “baile espontáneo”.

Aunque se sentía cómodo bajo los focos, Kotlarsky también trabajaba incansablemente tras bastidores. Cuando necesitaban consejo comunitario o se enfrentaban a dificultades personales, los emisarios sabían que podían contar con Kotlarsky para su tutoría y apoyo. Su dedicación a proyectos grandes y pequeños, sin olvidarse de llevar chocolate a los niños emisarios que vivían lejos, le granjeó el afecto y el respeto de generaciones de familias de emisarios.

El rabino Kotlarsky se hizo muy conocido por su papel en el Kinus Hashlujim anual, o “Conferencia Internacional de Emisarios Jabad-Lubavitch”. - Credito: Benams Photo
El rabino Kotlarsky se hizo muy conocido por su papel en el Kinus Hashlujim anual, o “Conferencia Internacional de Emisarios Jabad-Lubavitch”.
Credito: Benams Photo

Mensajero

El rabino Moshé Iehudá Kotlarsky nació el 29 de mayo de 1949 (1 de Siván de 5709) en Brooklyn, hijo del rabino Tzvi Iosef y de Golda Kotlarsky. Mientras que su madre había nacido en Estados Unidos, su padre era un sobreviviente polaco que perdió a la mayor parte de su familia en el Holocausto. El rabino Tzvi Iosef estudió en la Ieshivat Jajmei Lublin y luego en Tomjei Temimim-Lubavitch en Varsovia y Otwock, escapando de la embestida nazi con la ayuda de un visado expedido por el diplomático japonés Chiune Sugihara, que le permitió encontrar refugio en la Shanghai ocupada.

Kotlarsky se crió en Crown Heights y asistió allí a la ieshivá antes de continuar sus estudios en Montreal. Ya como joven estudiante de ieshivá participaba activamente en las campañas de mitzvá del Rebe. En Montreal, Kotlarsky persuadió una vez al famoso comediante ídish Shimon Dzigan para que se colocara tefilín, lo que conmovió tanto a Dzigan que llegó tarde a su show. Dzigan explicó al público que no podía negarse a la petición que le hizo un alumno de la ieshivá Lubavitch de ponerse tefilín. La experiencia emocional hizo que se le corriera el maquillaje al comediante.

Kotlarsky se casó con Rivka Kazen a principios de los años setenta. Como tantos jóvenes jasidim de Jabad, los Kotlarsky expresaron al Rebe, Rabí Menajem M. Schneerson, su deseo de partir hacia algún punto distante del globo donde pudieran servir como shlujim (emisarios). Sin embargo, pronto quedó claro que la misión de vida de Kotlarsky debía cumplirse trabajando en Merkos L'Inionei Jinuj.

Durante décadas pasó más tiempo en la carretera que en casa, viajando en autobuses y aviones, primero por Estados Unidos y Sudamérica, y luego por Europa, el Lejano Oriente e incluso el Himalaya.

Mientras apoyaba el trabajo de su marido y criaba a su numerosa familia, Rivka participaba constantemente en las campañas de mitzvá del Rebe, y enseñaba a las jóvenes en la emblemática escuela femenina de Lubavitch, Bet Rivka. Su casa de Crown Heights sirvió de base para judíos desde Belgrado hasta Taipei, que sabían que siempre encontrarían una puerta abierta.

Durante sus viajes en nombre del movimiento, el rabino Kotlarsky se reunía con los líderes y miembros de las comunidades judías locales, les escuchaba atentamente y consideraba detenidamente sus necesidades. ¿Disponían de educación judía para sus hijos? ¿Una mikve en funcionamiento? ¿Acceso a comida kósher? Kotlarsky evaluaba todos estos factores y sugería formas en que Lubavitch podía ayudarles a fortalecer su comunidad. En algunos casos, pedían que Jabad enviara una pareja de emisarios para ayudarles. Todo esto Kotlarsky lo ponía en un informe detallado para la revisión del Rebe.

Kotlarsky iba allí donde le necesitaban, a veces sin saber siquiera por qué le enviaban.

Como la vez en enero de 1984 que recibió en su casa una llamada telefónica del rabino Jaim Mordejai Aizik Hodakov, jefe de personal del Rebe, diciéndole: “el Rebe quiere que vayas a Curazao inmediatamente”. Al llegar a la isla caribeña con un amigo, rápidamente tomaron un taxi hasta la sinagoga. Sin embargo, en lugar de llevarlos a la famosa sinagoga Mikve Israel, el taxista los llevó a otra, mucho más pequeña, de la que salía un hombre. “El Rebe de Lubavitch nos ha enviado aquí”, dijo Kotlarsky al hombre.

El hombre, llamado Jaim Groisman, casi se desmaya. Groisman era un judío de la zona cuya familia atravesaba una crisis. Su hijo, Eli, estaba siendo acosado en su escuela cristiana protestante por no asistir a los servicios religiosos obligatorios. La situación empeoró hasta el punto de que empezaron a impedir que fuera a la escuela, para luego recibir cartas de advertencia de que, por ley, tenían que enviarlo a la escuela. Los Groisman no sabían qué hacer.

Una noche, Jaim Groisman tuvo un sueño en el que se le aparecía su difunta abuela y le decía que si alguna vez tenía problemas, acudiera al Rebe de Lubavitch. Nunca antes había oído hablar del Rebe. Al día siguiente aparecieron Kotlarsky y su compañero de viaje.

“El rabino Kotlarsky me invitó a ir a Nueva York y asistir al Campamento Gan Israel en los Catskills ese verano, y más tarde a la ieshivá que empezaba en septiembre”, recuerda Eli Groisman. “Fue la respuesta a nuestras plegarias, y acepté la oferta inmediatamente”.

Groisman escribió más tarde una carta de agradecimiento al Rebe por enviar a sus emisarios y cuidar de “un pequeño judío de Curazao”.

“Debo... oponerme a que te refieras a ti mismo como ‘un pequeño judío de Curazao’”, le escribió el Rebe... “No existe tal cosa como un ‘pequeño judío’, y un judío nunca debe subestimar su tremendo potencial”.

Durante el resto de su vida, Kotlarsky citaría estas palabras del Rebe como fuente de guía e inspiración personal.

El rabino Kotlarsky, en el centro, baila junto a George Rohr, a la izquierda. - Crédito: Merkos 302
El rabino Kotlarsky, en el centro, baila junto a George Rohr, a la izquierda.
Crédito: Merkos 302

Asociaciones

En uno de sus viajes, esta vez a Bogotá (Colombia), conoció al empresario judío Sami Rohr. Su amistad floreció rápidamente y, a finales de los años setenta, uno de los visitantes habituales de la casa de los Kotlarsky en Crown Heights era el hijo de Sami, un joven recién licenciado en Harvard llamado George. La extensa familia Rohr se asociaría con Jabad y proporcionaría capital inicial y apoyo continuo a cientos de centros y miles de programas de Jabad, llevando la visión del Rebe de un renacimiento judío a los campus universitarios, a la antigua Unión Soviética y a comunidades de todo el mundo.

“Nunca olvidaré cuando le visité en el hospital pocos días antes de que falleciera”, escribió Kotlarsky sobre Sami Rohr. “Sus primeras palabras fueron: ‘¿Nu, rabino Kotlarsky? ¿Me has traído hoy algún asunto nuevo?’”.

Kotlarsky amplió considerablemente el programa de visitas rabínicas de Jabad, que permite a los estudiantes de rabinato desplazarse por todo el mundo durante las vacaciones de verano y otras épocas del año; ayudó a fundar Chabad on Campus International y el Rohr Jewish Learning Institute, ambos presididos por él; y encabezó una serie de iniciativas adicionales, como CTeen, CKids, Jabad Young Professionals y Jabad on Call.

En el Kinus de este año (2024), durante su informe anual sobre la enorme expansión de Jabad durante el pasado año, Kotlarsky reiteró, como siempre hacía, que no era momento de descansar.

“Sabemos que tenemos mucho trabajo por delante”, dijo. “El Rebe dijo una vez: ‘Puedes tener 1.000 personas en tu comunidad. Si sólo 999 han sido animadas y una no... la misión aún no se ha cumplido’”.

Además de su esposa, Rivka, le sobreviven sus hijos Janie Wolowik (Woodmere, N.Y.); el rabino Mayer Kotlarsky (Boca Raton, Fla.); Sara Benjaminson (Glenview, Ill.); Nejamá Greenberg (Vista, Calif.); el rabino Mendy Kotlarsky (Brooklyn, N.Y.); el rabino Sruly Kotlarsky (Lafayette Hill, Penn.); el rabino Levi Kotlarsky (Brooklyn, N.Y.); el rabino Dovid Kotlarsky (Chicago, Ill.); Goldie Perlstein (Gainesville, Virg.); y muchos nietos y bisnietos.