Estimados lectores:

Uno de los elementos centrales de la Sucá es abandonar el confort del hogar y pasar a una cabaña frágil durante una semana. La naturaleza humana tiende a aferrarse a lo material, creyendo que cuanto más acumulamos, más seguros estamos. Sin embargo, Sucot llega para desafiarnos en esta noción.

Esta semana escuché que en un edificio de departamentos en Ierushalaim, las unidades no tenían espacio para Sucá, por lo que los vecinos debían compartir un área común en la planta baja. Dado que eran muchos, y con familias numerosas, surgían discusiones sobre el espacio para armar cada pequeña Sucá. Me pregunto: ¿por qué no armar una gran Sucá y compartir las comidas con toda la comunidad? ¿Es tan difícil salir de nuestra mentalidad individualista?

Sucot nos sacude un poco, y por eso se celebra inmediatamente después de Iom Kipur. La Sucá es la única mitzvá que muchos pueden utilizar al mismo tiempo. Un tefilín se puede compartir, pero es necesario turnarse para usarlo; en cambio, una gran Sucá puede, en teoría, albergar a todo el pueblo judío. De hecho, esta es la profecía mesiánica: se reconstruirá la Sucá del Mashíaj, y todo el pueblo judío, sin distinción, compartirá un gran banquete en ella.

Este año, el destino del pueblo judío enfrenta momentos difíciles. Sucot nos recuerda que, a pesar de venir de lugares distintos o tener ideologías diferentes, somos parte de una misma esencia.

¡Jag Sameaj!

Rabino Eli Levy