Este mes fue subastada una carta del Hombre del Siglo, según la revista Time, en la cual se debate sobre el ya centenario argumento de que cualquier cosa puede ocurrir a lo largo del tiempo. En la misiva Albert Einstein declara que creer en Di-s es infantil.
No podría estar más de acuerdo.
La gente inteligente se maneja sólo con lo que está al alcance de su propio análisis, viendo la realidad según sus propios parámetros. Pídele a un adulto creyente, pruebas sobre la existencia de Di-s y el comenzará a enumerar distintos elementos de su propia existencia. Pregúntale a un niño y te dirá que las “pruebas” no son materiales: dice “En el principio Di-s creo los cielos y la tierra”.
Cuando oran, por ejemplo, los adultos tienden a figurarse a Di-s, que creó al hombre acorde a Su figura, en sus parámetros. Para el niño, no obstante, Di-s existe en forma simple y le reza en forma simple y directa. En una de sus epístolas halájicas, el famoso comentarista Talmúdico, el Rivash, declara orgullosamente, que el reza desde la perspectiva de un niño.
Filósofos y teólogos, pueden discutir la trascendencia e inmanencia de Di-s, incluso pueden tratar de atisbar Su Esencia. Pero solo un niño inocente aprecia la esencia simple de Di-s. Fue el mismo Einstein el que dijo “Di-s siempre toma el camino más simple”. Un niño sólo conoce la simpleza.
Hay un famoso dicho, “El ingenuo cree todo”, y nuestros sabios incluso atribuyen la ingenuidad a Moisés mismo. El que vio al Altísimo cara a cara, creía con simpleza pura.
En el nivel más maduro, debemos servir a Di-s con la inocencia e inmadurez de un niño.
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