El Tzadik Rabí Meir de Primishlan era conocido como un gran baal tzedaká (muy caritativo). También en su juventud, antes de ser reconocido como un Rebe, a pesar de ser muy pobre, se dedicaba a repartir todo lo que poseía en caridad.

El único sustento que tenía su familia era una vaca lechera. Entre otras cosas, cada semana Rabí Meir mandaba carne para Shabat a varias familias carenciadas.

Cierta vez, no tenía siquiera una moneda y estaba muy preocupado pensando que quizás esos pobres no tendrían la carne para disfrutar del Shabat. ¿Qué hizo? Cuando todos dormían tomó la vaca, la llevó del Shojet (matarife ritual) para carnearla y esa misma noche repartió la carne entre los necesitados. A la mañana siguiente, su esposa se dirigió a ordeñar y descubrió que el animal ya no estaba.

-¡Meir! Robaron nuestra vaca!- gritó a su esposo.

-Di-s no lo permita!-contestó con tranquilidad el Rav- no fue robada, sino que ha subido al Cielo...