Cerca del año 1910, cuando el Rebe tenía apenas 8 años, Rabí Meir Bershtajer, un jasid que vivía en Iekaterisnoslav, cabalista, alumno del célebre Rashbatz (Rabí Shmuel Betzalel, maestro del Rebe anterior)- era un visitante asiduo en la casa de Rabí Leví Itzjak Schneersohn, padre del Rebe. Durante esas visitas, que se extendían por horas, la charla se centraba en conceptos cabalísticos de la Torá.
Cierta vez, en medio de una de esas charlas, ingresó a la habitación de la Rebetzn Janá –madre del Rebe- y dejó al pequeño niño a cuidado de su ilustre esposo. En el curso de la conversación el visitante creyó ver que el pequeño Menajem Mendl prestaba atención y se sorprendió de que comprendiera sus términos.
Sorprendido, preguntó a Rabí Leví Itzjak si el niño realmente comprendía lo que se hablaba, a lo que éste respondió con toda sencillez: -con él, no se puede saber...
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