Un pobre agricultor deseaba robar un poco de maíz del campo de su vecino por lo que tomó a su hijo menor para que lo resguardara. Antes de que el padre comenzara con su tarea, el hijo observó cuidadosamente a su alrededor para percatarse de que la costa estaba clara. Confiado, empezó a llenar su bolsa con exquisito maíz dorado cuando su hijo gritó: “¡Padre, alguien nos está viendo!” El padre, lleno de pánico tomó a su hijo de la mano y se escapó a toda prisa del campo.

Una vez que arribaron a territorio seguro, el padre se volteó a ver quién era el que casi los descubre. “¿Dónde hay allí alguien observando?” Preguntó el padre, pues no podía divisar a nadie.

“¡Di-s está observando!” Replicó el hijo.

El padre, turbado, tomó a su hijo de la mano y corrió a su casa.

El maíz robado quedó atrás, muy a lo lejos.

"No pienses que puedes engañar a Di-s, ni tampoco a otras personas. Al único que puedes engañar es a ti mismo. Entonces, ¿cuál es el logro de engañar a un tonto?” – Rabí Shmuel de Lubavitch