Es la advertencia con la cual se nos previno de no rehusamos a dar caridad y alivio a los pobres de nuestros hermanos luego de que sepamos lo oprimido de su situación y de que tenemos la posibilidad de asistirlos.

Es lo que El, exaltado sea, dijo: No endurecerás tu corazón ni cerrarás tu mano, de tu hermano el menesteroso.

Esta es la advertencia de no conducirse con el rasgo de la avaricia y la mezquindad hasta (el grado de) que nos rehusemos a dar a quien corresponde.