Esta semana en la Torá leemos sobre las leyes de la Vaca roja. Una de las particularidades más llamativas de esta Miztva, era que quien se ocupaba de preparar las cenizas de la vaca quedaba ritualmente impuro, cuando estas cenizas eran justamente preparadas para purificar a los impuros. Básicamente, purificaba a los impuros e impurificaba a los puros.
Muchos buscan explicar esta Mitzva, pero esencialmente es una mitzva sin motivo o razón explicita, lo que llamamos JOK (decreto).
Pero hay algo interesante que podemos rescatar. Cuando uno quiere "realmente" ayudar al prójimo se debe "impurificar" un poco . Si quiero sacar a mi compañero de su impureza, debo sacrificar parte de mi propia pureza. Debo arriesgar mi confort y ensuciarme un poco para poder elevar a mi hermano del fango. Si quiero elevarlo debo primero ponerme en su lugar y entender desde sus zapatos lo que el está viviendo. Quien desea ayudar sin arriesgar nada de si mismo, probablemente no logre mucho. La vela para iluminar se tiene que quemar.
Esta enseñanza es en memoria de Meir David Ben Sara Z"L.
¡Shabat Shalom!
Rabino Eli Levy